lunes, 28 de septiembre de 2009

Lo simple y lo complejo

La pelota que arrojé cuando jugaba en el parque

aún no ha tocado el suelo

Dylan Thomas

Los dibujos que hacen los niños tienen la virtud de expresar con pocos trazos lo que a pintores reconocidos les significa una abigarrada arquitectura de tonalidades y bosquejos laboriosamente labrados y urdidos.

Algo así ha comentado Pablo Picasso, y es cierto, siempre lo más sencillo de crear esconde detrás la complejidad de una ecuación. Acercarse a esa mirada, en el que todo destello puede urdirse sin más artificio que el trazo de una carbonilla, es tarea propia de quienes conservan retazos de la niñez, esa economía de recursos simboliza, en ocasiones, imágenes inabarcables e inauditas. Pienso (lejanamente) en los dibujos de Kalil Gibran, las pinturas de Roualt, los versos apacibles de Omar Kayyam, el cubismo, el arte prehistórico…

Todas estas expresiones, a su turno, han representado bosquejos de lo creado, sin necesidad de edificar complejos paisajes, o abigarrar múltiples abstracciones. Sin embargo, cada uno de esos trazos podía abarcar y contextualizar el sentido de una cultura, el misterio de alguna religión…

Por estas y otras cosas elijo publicar dibujos en el blog, donde pueda acompañar el poema, del modo más breve y precario posible.

Verdaderamente nada, fuera de este frágil contexto, me importa tanto.

Es como las poesías que nunca corregimos, y no nos atrevimos a publicar.


domingo, 27 de septiembre de 2009

XVII Festival Internacional de Poesía Rosario


Ya sucedió, no crean que mi función se acercará al contexto periodístico, pero me resultó interesante acceder a nuevas (y no tan nuevas) lecturas de poesía. Este encuentro propició que toda una ciudad se movilizara en torno a las lecturas de poetas de diversas latitudes. No pude leer todo, pero me gustaron los poemas del cubano José Kotzer, la española Chus Pato, los argentinos Francisco Garamona, Laura Wittner, Marcelo Ahumada, Diana Bellessi, Marcelo Díaz (en la línea de Washington Cucurto), el paraguayo Lito Pessolani (con brisas a lo Oliverio Girondo), la alemana Nikola Richter (pequeña polémica por uno de sus versos “soy una linaje en extinción y vivo en un container”), la frescura de Meliza Ortiz y Florencia Volonté y tantos otros.
El festival realizó un homenaje a la figura de Paco Urondo, pero en general rescato lo que podría significar un espacio recuperado en el mundo de los poetas, ese “espacio de resistencia” del que alguna vez habló Juan Gelman y que propicia que muchas voces puedan ser descubiertas.

A propósito, sería interesante que se abran espacios, dentro de este tipo de eventos, para quienes publican en los blogs. En ocasiones las bitácoras generan escrituras que salen a la luz sin pasar por los circuitos de publicación impresos. Un buen pretexto para descubrir nuevos modos de acercarnos a la belleza y a la experimentación, o lo que ello signifique cuando nos encontramos a solas con nuestra alma.

A todo esto, la imagen de esta portada corresponde a Victor de la Viña López.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Los goliardos

Pocas veces me ha interesado tanto un movimiento poético como el que aquí intentaré reseñar. Si nos atenemos a la etimología, se coincide en afirmar que el término "goliardo", del francés Goulliard, significa algo así como "clérigo que lleva vida irregular". A su vez se recupera del latín vulgar la descripción Gens Goliat, "gente del demonio", del latín Gölias "el gigante Goliat muerto por David", "el demonio". He allí una simbiosis candente.

El concepto es propio de la Edad Media, en torno giraron clérigos, vagabundos y estudiantes que deambularon por los claustros de las universidades europeas del siglo XIII. Solían encontrarse en las tabernas deslizando ásperas críticas a la estructura social del medioevo, en especial las enseñanzas de la iglesia y las costumbres tradicionales de la época. No la pasaban nada mal.

Un desvarío al margen ¿bebieron los goliardos de las orillas poéticas de Omar Kayyam?. Las encantadoras cuartillas del gran poeta persa, dedicadas al vino y los placeres terrenales, tejen a mi entender un vínculo secreto con la poesía goliarda, logrando cohesionar en una obra el desdén hacia las religiones y el propio sentido metafísico de la existencia. De haber accedido a esta obra, los clérigos errantes tal vez hubieran apostolado estos versos, no podría ser de otro modo.

Los goliardos nos han legado escrituras poco pretenciosas pero esenciales para entender un segmento cultural y social de la Edad Media, en la figura de jóvenes burlones e inconformistas. Han sobrevivido manuscritos, odas sarcásticas y las candentes "Carminas Burana", posteriormente musicalizadas por Carl Orff (y explotadas en el cine hasta el hartazgo). Al respecto, a principios del siglo XIX se encuentran en el monasterio de Benediktbeuern (Baviera), un apergaminado manuscrito que contiene alrededor de 250 obras líricas, escritas en latín, con algunas interpretaciones en alemán antiguo. La posteridad conocería estos cantos realizados por poetas en su mayoría anónimos, aunque se conocen algunos poemas firmados: Hugo de Orléans, el Archipoeta de Colonia, Serlon de Wilton y Gautier de Lille entre otros.

¿Quiénes serían hoy los goliardos?

Alguna vez, escuche de mi amigo Rafael una teoría que por lo inaudita resulta reveladora, llegó a trazar una línea histórica que vinculaba el movimiento de los goliardos, la poesía beatnik y el concepto "no future" del punk. Lástima que esta literatura gris no se encuentra en la Web para regocijo de los internautas deseosos de cultivar otro tipo de conjeturas, queda abierto el espacio para reflexionar en torno a esas y otras ideas.

Por mi parte me despido con un poema de algún autoproclamado Goliardo, vale un extracto que bien hubiera merecido ser incluido en la Sociedad de los poetas muertos.

A todos me queda decirles, "Carpe Diem".

En la taberna

Cuando estamos en la taberna,

no nos preocupa nuestra sepultura,

sino que nos precipitamos al juego,

que es nuestro perpetuo desvelo.

Lo que se hace en la taberna

donde la moneda es el copero

esto sí importa averiguarlo.

¡Pero escuchad lo que os voy a decir!

 

Unos juegan, otros beben,

otros viven licenciosamente.

Pero entre quienes se dedican a jugar,

unos acaban desnudos

otros se visten allí mismo,

otros se cubren con andrajos.

Nadie teme allí a la muerte,

sino que a Baco su suerte dejan.

 

Primero por el precio del vino:

por éste beben los libertinos;

una vez beben por los cautivos

después beben tres por los vivos

cuatro por todos los cristianos

cinco por los fieles difuntos

seis por las hermanas vanas,

siete por los caballeros salvajes.

 

ocho por los hermanos perversos,

nueve por los monjes dispersos,

diez por los navegantes,

once por los desacordados,

doce por los penitentes,

trece por los que van de camino.

Tanto por el Papa como por el Rey,

beben todos sin ley.

 

Bebe el alma, bebe el amo,

bebe el caballero, bebe el clérigo,

bebe éste, bebe aquél,

bebe el siervo con la criada,

bebe el activo, bebe el perezoso,

bebe el blanco, bebe el negro,

bebe el constante, bebe el versátil,

bebe el rudo, bebe el amargo.

 

Bebe el pobre y el enfermo,

bebe el desterrado y el desconocido,

bebe el chico, bebe el viejo,

bebe el prelado y el decano,

bebe la hermana, bebe el hermano,

bebe la vieja, bebe la madre.

Bebe ésta, bebe aquél,

beben cien, beben mil.

 

Seiscientas rondas poco

duran, cuando sin medida

beben todos sin meta,

aunque alegremente beban.

Así, todas las gentes nos denigran

y siempre seremos pobres.

¡Quienes nos denigran se vean confundidos

! y no se cuenten entre los justos!

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Lo que ocurre

El otro día, en un canal de televisión, me detuve en un programa que tenía por protagonista a un ejecutante de bandoneón, el muchacho leía en el pentagrama y componía, pero algo me detuvo, mientras la música fugaba hacia algún destello, sentí que aquel tránsito llevaba a un inexorable recóndito.

Al principio fue contemplar el contexto, una casa llena de un sol tibio, pero no había nada amarillo en aquel espacio, el músico miró las paredes, algunas fotos, el marco gastado de la ventana, también el silencio, o eso parecía, a esa hora de la tarde en que algunas personas suelen dormir y otras simplemente perciben algo que pasa. En minutos el músico empezaría a balbucear notas, como un adagio, y cada nota lo llevaba a descubrir un paisaje interior, ese que construía sin saberlo, ese que tenía la honda quietud de la casa sin habitar, y era a la vez una casa que despedía viento…

Como fuera, algo ocurrió, algo me hizo ir al cuaderno, esbocé partituras con lo deshabitado de aquel instante, lo poblé de pájaros negros, le pinté de rojo un estanque, puse en silencio un barquito de papel…

Es una derivación, se tensan las palabras luego de soslayar un vaivén de notas que van fijando un instante, del pentagrama a la hoja en blanco, el hilo del ovillo que viene de algún lugar.



sábado, 19 de septiembre de 2009

El Cristo Jesús

¿Qué hizo que un hombre como Jesús dijera lo que dijo, en una época donde el viento era amarillo y la memoria forjaba murmullos proféticos?

¿Cómo sucedió lo que sucedió?

¿Por qué hizo lo que hizo?

Ernesto Sábato creía que necesariamente tuvo que encontrarse el amor cuando Jesús conoció a María Magdalena, no pudo ser de otro modo.

Películas como el "Lado oscuro del corazón" afirmaron cinematográficamente que Jesús conoció el amor corporal, imaginando incluso un escenario donde Jesús vence a la muerte amándola: el triunfo de la vida sobre la muerte a través del amor.

Aún Jorge Luis Borges escribiría estos versos en "Cristo en la cruz"...

El alma busca el fin, apresurada.

Ha oscurecido un poco. Ya se ha muerto.

Anda una mosca por la carne quieta.

¿De qué puede servirme que aquel hombre

haya sufrido, si yo sufro ahora?

Hay algo trascendental en la vida del ungido: cuando Jesús fue el Cristo, ingresando al mundo de las profundidades, aquel por el que cantarían numerosos poetas. Ese lapso, que el tiempo terrenal y la literatura bíblica midieron en 72 horas, en el que Jesús, el candente Jesús, descendió a los infiernos y liberó a los paganos.

Libérrimo misterio..

martes, 15 de septiembre de 2009

El amargo reposo


Cansado del amargo reposo donde ofende
mi pereza una gloria por la que huí antaño
de la infancia adorable de los bosques de rosas
bajo azul natural, cansado siete veces
del exigente pacto de cavar por velada
de mi propio cerebro,
de la esterilidad cruel sepulturero
¿Qué decirle a esta Aurora, oh Sueños, visitado
por las rosas, con miedo de las lívidas,
cuando junte el extenso osario los vacuos agujeros?...
Stéphane Mallarmé

Bastan estos versos para entender un paraje donde lo pueril del discernimiento se posa, lejos de lo extasiado, a la hora fatua de las falsas quietudes, donde la remembranza no entiende de poesía. Así añoramos a veces la perfecta quietud, pero no es esto de lo que habla el poema, es otro estado de inmovilidad, es algo levemente transitorio que ocurre mientras la obra declina.
El poema ubica a un poeta que ocasionalmente observa su propio crepúsculo, y tal vez lo desprecia, inclinándose hacia la mesa de los mendrugos, devorados con desdén.
Seguramente después la noche le entregará sus nocturnos soliloquios.
Vaya a saberse porque traje a la mesa estos versos de Mallarmé, quizás me otorguen augustas respuestas para la aurora.
Leves fulgores de mi amargo reposo...

sábado, 12 de septiembre de 2009

El vórtice

Hay un sistema

Y el sistema tiene un vórtice, algo que está adentro y a la vez no se encuentra, algo que tiene significado, engranaje, métrica, segmentación, teoría…

Hay quienes han intentado, a lo largo de la historia, decodificar los parámetros de esa arquitectura, desbrozar lo aparente de su construcción.

Y el sistema, digitado por algún oráculo, lo excluyó del sistema, lo hizo desaparecer, lo dejó a la deriva.

Indagando, el sistema tiene otro sistema que lo contiene, y otro, y a su vez otro.

Concebir lo infinitesimal de su mecanismo implica conjeturar el matemático ejercicio de un Dios que opera con mano ajena.

Ergo: el sistema se encuentra instalado para tranquilidad de quienes conforman una sociedad, otorga elementos jurídicos y éticos que, aun sabiendo que controlan nuestro movimiento, nos ahorran el preocuparnos por tener que tomar decisiones, o poner el cuerpo a las ideas.

Entonces ¿qué decirle a un hijo?

¿Que las ideas son peligrosas?

¿Que la naturaleza tiende a desequilibrar lo que necesita estar balanceado?

¿Qué subjetividad digita esa única ecuación?

¿Qué conciencia es la que dictamina “esto es la verdad”?

Si el cosmos implica control ¿Por qué no tornar emergente lo caótico?

De sus fluctuaciones lo homogéneo depende para preexistir. Estos volcanes no pueden ser disruptivos, pero en su vórtice se origina lo que da movimiento a la bestia.

Aun así, lo establecido prevalece. De estos mendrugos están constituidos los gobiernos, los lineamientos de la fe, los códigos morales, la ciencia de la ciencia…

Necesitamos otro Jesús que nos venga a decir lo que todos sabemos, necesitamos poetas que nos digan aquello que todos aprendimos a aceptar.

Como cuando los niños eran niños y jugaban sin darse cuenta que siempre fueron esclavos, que nunca fueron libres.

¿Hasta cuándo?


miércoles, 9 de septiembre de 2009

La exposición pública del poeta

“ya sabe usted que nosotros, pobres artistas, tenemos que dejarnos ver en sociedad de cuando en cuando, lo suficiente para recordar que no somos unos salvajes” 
De “El retrato de Dorian Gray”, Oscar Wilde. 

Llega un momento, en que la producción intelectual, cuando genera adhesiones, conduce invariablemente al encuentro público entre el escritor y sus lectores, extraño encuentro por cierto, las palabras de Basilio Hallward, pintor de la famosa novela de Wilde, se corresponderían con el silencioso pensamiento de muchos poetas.

En muchos países suelen darse encuentros de variada clase, en algunos casos se realizan semblanzas de reconocidos poetas, como murales tallados en piedra, en otros se producen inquietantes performances donde el teatro cruza límites con los poemas. He visto mucho de eso, en compañía de verdaderos ladrones de fuego (recuerdo ahora, lejanamente, una semblanza realizada en San Telmo sobre parte de la obra de Walt Withman, a sus actores no se les ocurrió mejor idea que prohibir fumar en la sala, el genial escritor se hubiera levantado furioso de la silla).

Ahora se asiste a la exposición mediática de los escritores, a veces en lugares públicos, un bar, una galería de arte, por lo general muestran cómo componen sus versos, y la “metodología” de trabajo que emplean, otros experimentan sobre el poema, como un cuadro de Pollock, extendiendo los párrafos hasta conectarlos con algún sentido, nunca falta la música, o lo que eso signifique.

En ocasiones, cuando me encuentro con un sitio literario diseñado por un arquitecto virtual, me suelo preguntar qué hay detrás, si todo no se trata de un producto convenientemente diseñado, una actuación o un guion de cine con excesivo maquillaje. Hasta que encuentro la palabra detrás del producto, entonces lo demás pierde sentido, es posible adivinar donde terminarán los versos, bajo que apofenia se construyen esas imágenes.

Queda el escritor inmiscuido en su soledad, escribiendo por las noches y cada tanto, intercambiando impresiones con lectores ocasionales, mientras en penumbras su obra lentamente avanza.


jueves, 3 de septiembre de 2009

La carta del vidente


¿Por qué no admitir que una gallina ponga un trasatlántico, si creemos en la existencia de Rimbaud, sabio, vidente y poeta a los 12 años?
Oliverio Girondo

he resuelto darle una hora de nueva literatura…”
Así comenzaba Arthur Rimbaud su célebre carta del vidente, dirigida ha Paul Demeney el 15 de mayo de 1871 en Charleville, Francia.
Aún me sigue asombrando que esta carta –terrible por lo inaudita, proverbialmente soberbia– arrojó al vacío un pensamiento en estado de verdadera eclosión.
La carta comienza por un análisis severo injuriando aquellas acciones que enmohecieron la poesía, legitimando en el porvenir de la literatura la antigua poesía griega. Luego defenestra, ahorrándonos con su escupida perder el tiempo en saborear eventuales fósiles, un listado de autores correspondientes al movimiento romántico. Creo que es preciso detenerse en este apartado, Rimbaud asevera que no se ha juzgado nunca de modo correcto al romanticismo, la vara analítica que utilizó se encontró imbuida de un carácter dogmático simbolizado en la frase “yo es otro” (interesante el ardiente contexto subjetivo, desestimando con soberbia el paradigma del hombre no cultivado que intenta vanamente utilizar un discernimiento académico en torno a una estética literaria). Posteriormente mencionará en el texto una de las célebres frases que reforzará lo anteriormente planteado:
digo que es preciso ser vidente, hacerse vidente…”
En todo este asunto es inevitable el propio conocimiento interior ¿cuántas veces, al leer la inmortal frase heredada por Sócrates “conócete a ti mismo” nos hemos detenido a medir conscientemente el alcance de nuestra alma? “palpar el alma, comprenderla, cultivarla” es evidente que el poeta lo ha logrado, su obra hubiera sido imposible de no haber descendido hasta lo profundo de su propio infierno, en ese sentido, la traducción francesa fortalece la penumbra de este pensamiento: Une Saison en enfer significa “una temporada en infierno” que es algo así como decir una temporada “en estado de infierno”, el artículo agregado en traducciones posteriores fortaleció la idea de lugar pero probablemente le quitó significado.
Sigo. Luego de un intervalo un segundo salmo intercalado en el texto y allí otra idea candente “el poeta es realmente un ladrón de fuego”. Si involucráramos en el análisis las ideas de Heráclito podríamos vincular una mutación entre lo creado y lo “robado”, del fuego se crea lo uniforme si lo que el poeta trae desde algún tránsito es uniforme, estas lucubraciones son relevantes en el proceso de creación, originan un vórtice calcinado desde donde surge lo que no se comprende.
Pero veamos lo que sigue: “esperando esto solicitaremos a los poetas lo nuevo, ideas y formas”.
Aquí me detengo.
No puedo ni pretendo abarcar otros subterfugios de la literatura, me basta este, escrito por un adolescente francés en pleno siglo XIX. Feroz y amargo trago que le corresponde beber a la poesía:
!ser videntes! y que reviente en su salto lo que no se nombra.
A veces hemos profanado sin culpa los arrebatos del horizonte poético, y al encontrar incomprensión sepultamos con tristeza nuestras herméticas ilusiones ¿lo hemos desbrozado? ¿lo hemos razonado entre los miles de blogs que arden apagados y dispersos por el mundo?
Sabemos quienes de nosotros ha hecho un Rolla, quien ha escrito un Rolla, esto es perceptible de comprobar en el mundo académico, vale decir que algunos probablemente hayan muerto al hacerlo, solo que no se han dado cuenta: "escribiendo visiones detrás de la gasa de las cortinas", esto sigue sucediendo: generaciones idiotas alimentando el fuego de una creación que no se comprende más allá de afirmar cuán "profunda" y "oscura" resulta la obra, haciendo relecturas de viejos esqueletos acumulados en los rincones de las antologías literarias...
La lectura consciente de esta carta de Rimbaud provoca esta eclosión en la mirada, me evade de una realidad calcinada arrastrándome donde no sé qué hallar. Sobre el final de la carta declama nuevamente: "las invenciones de lo desconocido reclaman formas nuevas".
¿Qué ha sido de los poetas simbolistas? algunos han llegado hasta lo inaudito, observaron con desprecio las corrientes literarias y los análisis académicos, se dejaron caer donde moraba lo inabarcado y lo caótico pero pocos como Rimbaud inventaron lo desconocido. He ahí un postulado: conocer el alma y cultivarla, irrumpir desde lo despedazado, hallar lo que no se comprende (no por nada lo reitero, siempre volveré a este recóndito abandonado a comer de los mendrugos, y sin embargo me extasiaré).
¿Hemos visto desde entonces formas nuevas? ¿las hemos hilvanado?.
Hacia allí quiero llevar mis pies descalzos, y hago mías sus palabras finales:
"Así, yo trabajo para volverme un vidente, y terminemos todos por un canto piadoso".

miércoles, 2 de septiembre de 2009

El cuaderno de Saramago

Acabo de leer la despedida de José Saramago de su blog, acaso una tabla menos donde aferrarse, pero quedan sus textos.

En algún momento de nuestras vidas el azar -desbrozado de lo ontológico o epistemológico que pueda sugerir lo metafísico del término- nos otorga el sinsentido de extasiarnos en las lecturas providenciales, que nos llevan en un momento del día a ejercer el pensamiento, esto incluye a los blogs de literatura por supuesto.

Pensar, esto que llamamos el entendimiento humano, el uso de la razón.

José Saramago así lo ha hecho, nos llevó hacia lugares que no hubieran sido visibles sin una mirada crítica de por medio (hoy que resulta tan difícil encontrar a un portador de antorchas, justamente él, un pesimista, nos brindó esperanzas).

Que extraño ejercicio será, de aquí en más, leer una noticia, sabiendo que en esa cadena de acontecimientos, alguna variable tuvo su contexto, analizado por este escritor.

Yendo entre matorrales aplastados, con guadañas sin afilar.


martes, 1 de septiembre de 2009

Lo arrancado

Sucede como a los hierbajos.

Un texto va mutando, hasta alcanzar un horizonte incólume de tachaduras y revisiones, pero nunca es definitivo, nunca alcanza…

Publicamos para no tener que seguir corrigiendo” dijo alguien alguna vez.

Escuche de un pintor que si seguía pintando estropearía el cuadro, que llega un momento en que conviene dejar de desgarrar la tela.

Kurt Cobain firmó su carta triste con un epitafio ajeno “es mejor quemarse que desvanecerse lentamente”.

Estos dichos se corresponden con lo que vanamente pretendo decir.

Ciertas letras de canciones resultan poemas mutilados, deben corresponder a la forma para hallar su contexto, encuadrar con la música, cuya métrica obliga a ubicar ciertas palabras donde antes había silencio.

Figuras negras en un pentagrama, donde saltan las palabras al mismo tiempo, desprendiéndose de la semántica.

En poesía no es necesario que esto ocurra, el verso libre y la prosa poética tienden puentes de hilo hacia infinitos campos amarillos.

Allí, el umbral se abre, indefinido, y sin embargo todo lo conecta.

Siluetas de sombras que obliteran figuras en perfecta sincronía.