viernes, 27 de noviembre de 2009

Bollitos de papel

¿Por qué el seudónimo?

Tal vez porque esto que soy poco tiene que ver con esto que soy, tal vez porque vivo una suerte de doble vida y no haya razones para aclarar razones, para bosquejar algo impropio con un nombre y un lugar, y una profesión que algún día saldrá a la luz, y no ser como los otros que exponen certezas y fórmulas matemáticas de la felicidad, que citan a los citados, que mutilan los versos musicales y al otro día celebran ser mendigados.

A estas alturas tengo inciertas razones para nombrar lo que nombro. Todo me parece vano, siento compasión, me hago simbolizar por un dibujo sosteniendo un paraguas imposible, porque parece que estuviera bajo una lluvia del mundo, y que solo las poesías pueden mitigar tanto espanto, porque siempre habrá un lugar vacío en esta suerte de encuentro, pero también un corazón, al que elijo sostener en una mano, mientras escribo en esta noche tranquila, ofreciendo un acto sincero, como quien arroja bollitos de papel destinados a juntar hubiéramos, murmullos, flores, soles blancos, rojos y amarillos.

Cosas así…


jueves, 19 de noviembre de 2009

La inmensa obra...


Publicar un libro es en cierto modo cerrar un círculo, algo que alivia y a la vez nos encadena a futuras ornamentaciones, todo lo anterior se edita y lo que queda es un sentimiento de orfandad que solo es posible suplir con la escritura de nuevos poemas y así hasta alcanzar un horizonte sin crepúsculo, algo que no podemos esbozar sin desconsuelo.

Suelo posarme en mi discordia, inpertérrito, absorto, camino como transportado mientras mi mujer me prepara el desayuno, el vértigo de pertenecer a lo irremediable, entonces me pregunto ¿Qué viene después del después?, trazo una abstracción paralela, nuevos poemas surgen intentando sostener lo que invariablemente suele discurrirse, como las ideas, estas irrumpen, alcanzan una cima y luego declinan, es probable que sea posible trazar un derrotero, pero necesitaremos algo más que los toscos lineamientos de la ciencia.

Algunos poemas perduran, buscamos consuelo en los repetidos versos, volvemos a leerlos una tarde de lluvia y entonces nos hacemos la terrible pregunta, imbuida de lo que se supone podremos algún día aportar: un verso, un poema, acaso una imagen para que la inmensa obra colectiva prosiga, llenando cántaros de agua en una fuente muda, donde acaso miles de poetas nadaron desolados las profundas aguas del devenir.

Hablo de la inmensa obra sin prefacio.
Pocas veces encuentro una respuesta.

El tiempo, como las capas de la cebolla, guarda en su núcleo fundamental lo entremezclado, conjunto de abstracciones que nada explican de lo acontecido, los que suelen dogmatizar al respecto portan antorchas herrumbradas por el paso de las fatuas interpretaciones, como variables de una constante que no posee registro del momento de la eclosión, antorchas que no alumbran el misterio de la creación, esto es algo que apenas podemos desbrozar, como saber que nos queda un desierto por delante, y apenas contamos con una alforja con un poco de agua y un pedazo de pan duro.
Si el contexto subjetivo en el que enmarco mis desolaciones no se encuentra imbuido de lo desarraigado probablemente elabore reseñas empobrecidas de mi empobrecida inspiración.
Digo que es preciso dejar la huella, ser videntes.
Después el poeta, compulsivamente escribirá al acecho de su propia sombra, y con suerte, si el desánimo no le enturbia la mirada y el dolor le disimula las heridas, dejará un cuchillo latente con el cual cerciorarnos que estamos vivos.
Para darnos cuenta y no darnos cuenta, que teníamos el corazón en la mano, que alguna gotas de sangre cayeron al suelo.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Dispersión


Estaré disperso algunos días, como quien se detiene a examinar mendrugos, buscando pasar las cosas mientras nos ocupamos en preocuparnos por hacer otras.
Al azar leo estos versos de Juan Gelman, de un libro cuyo título ahora me representa (interrupciones).

Cuerpo que me temblás entrando al alma
frío que me enfrías, manito tuya
manando sombra/sombra/sombra/sombra
¿paro tu deshacerte en algún lado?...

Me hago siempre las mismas preguntas
deshago lo aparente, discurro sobre el devenir
y siempre es lo mismo
y no sé cuando retomaré esto que hago.
Porque estas palabras son como pájaros no nacidos
Porque ahora me quedo pensando lo que no hice y lo que hago.

domingo, 1 de noviembre de 2009

El Cartero de Neruda


El Cartero le pregunta a Pablo Neruda que se necesita para ser poeta, luego de meditarlo, este le aconseja caminar por la orilla del mar, a que observe cada piedra, cada pájaro, cada nube…
Lo que no intuyó el poeta es que el cartero devolvería poesía a través de sonidos precariamente grabados, fijando el instante del agua que discurría, las redes tristes de los pescadores, el viento que nombraba ausencias, la lluvia lenta en el lago…
A la contemplación inicial encontraría resguardo la poesía en el carácter oral de su transformación. Desde allí la poesía, en manos del poeta, recogería las flores de su propio vestido.
No dejó de parecerme una bella parábola.