sábado, 30 de mayo de 2009

Sobre la ligereza de toda interpretación literaria


“Rara deidad, negra como la noche,
De aroma mezcla de almizcle y de tabaco,
Producto de un oscuro Fausto de la sabana,
Bruja con costados de ébano, criatura de las negras mediasnoches”…

Así empezaba el poema “Sed non Satiata”, título tomado de un verso de Juvenal, con que Baudelaire coronaba sus horas más amargas. He aquí que la lectura se vería interrumpida si no supiéramos la historia del Fausto, libro que no leí, y sin embargo lo intuyo como un adjetivo estético que trasunta cierto paralelismo en el sendero del poema, otorgándole debida penumbra. Aún así disiento ¿aceptamos la ignorancia creyendo saber hacia dónde nos arrastra el poema? ¿Prosigue sin culpa el derrotero de nuestra incomprensión? ¿Qué entendimos de lo que nos quiso decir el autor?

A menudo he visto que la generalización trivializa contenidos estéticos, aceptados sin escándalo por las inmensas minorías, y solemos hacer gala de nuestro inacabado conocimiento, juntando en grandes bolsas generaciones enteras de poetas malditos o géneros bastardeados que unos pocos iluminados rescataron del olvido.

Según Galeano, el pintor Giuseppe Arcimboldo recreaba de un modo inusitado la podredumbre intelectual de su época, algo así como una burla y una ferocidad resultaban cada uno de sus cuadros, que solo provocaban risotadas entre los cortesanos, quienes nunca intuyeron que detrás de cada trazo había un espejo reflejando una perfecta ignorancia colectiva, la de ellos mismos. A ese celebrado pintor, artista pagano, lo descubrirían verdaderamente los surrealistas, según la óptica del escritor, sus hijos tardíos.

Borges supo aclarar la diferencia cuando fue profesor de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires, él decía que era imposible enseñar tal literatura en el transcurso de un ciclo lectivo, que a lo sumo podía contentarse con la obra de dos o tres escritores simbólicos, y tomar de ellos una o dos novelas, algunos cuentos, la selección de unos pocos poemas…

Muchas veces solemos escuchar que tal literatura representa tal significado, y sin embargo para ostentar el derecho a decir semejante frase, hay que haber pasado por el imposible desvarío de haber leído toda aquella obra publicada, aunque algunos creerán que las enciclopedias ayudan a enmendar el juicio escueto.

Tal vez hacia ese estigma nos estemos dejando llevar, y no nos importe indagar lo que no sabemos, quien sabe…   

Sobre Sábato y lo que entendemos por literatura...

y yo, místico de la basura y del infierno, puedo y debo decir: ¡CREED EN MI!

Informe sobre ciegos, Ernesto Sábato

De Sábato se ha dicho, en ciertos foros provenientes de la carrera de letras de la UBA, que “todos sabemos que no es escritor”. Algo escuetos, no han logrado ver que hay detrás de libros como el túnel o Sobre héroes y tumbas, como tampoco necesitaron analizar aquellos raptos demenciales como el “informe sobre ciegos” (si es que se puede discutir qué lugar ocupa la literatura en esa fuga), o se haya podido reflexionar tan agudamente sobre la condición humana.

Este difícil artista, que he tenido la suerte de conocer, y cuya obra puede analizarse no solo desde lo nocturno y solitario sino esencialmente desde la luz, ha sido objeto, en ocasiones, de infortunadas críticas y lapidarias sentencias.

Por suerte, personas como Saramago, de tanto en tanto, ponen ciertas cosas en un lugar piadoso, es un buen punto para analizar si es posible hablar de buena o mala literatura, cuál es, y por qué, el parámetro de esa vara, y desde donde se formula esa sentencia.

Leer esos textos nos hacen entender, con dureza, que nadie vuelve indemne de un descenso, eso algunos lo sabemos por una tal Alejandra, aquella mujer que redimió a su padre, e inmoló con fuego el absoluto.


viernes, 29 de mayo de 2009

Los dorados arrebatos del inconsciente...

Alguna vez hablé de esto (a solas en mi mundo de poemas mutilados), entrever que un horizonte perplejo de luces y encantadores dolores me dejaban inerte, en estado de trance, creyendo fijar el instante mientras el mundo avanzaba en retumbo, bebiendo de mi copa, absorto, sin poder sostener aquello que algunos llaman felicidad…

Y entonces escribía, sintiendo hasta un pétalo debajo de la almohada, la mesa cubierta de otoñales hojas, una botella quieta alumbrada por el sol.

Así es como sucedía…

Debería preguntar qué es lo que hay detrás de un mundo construido con murmullos, crepúsculos y concatenaciones labradas en estado de peligrosa melancolía, debería saber que no importa la respuesta.


jueves, 28 de mayo de 2009

Aquella sociedad de los poetas muertos

soy el poeta del cuerpo, y soy el poeta del alma

Los goces del cielo están conmigo y los tormentos del infierno están conmigo

Los primeros los injerto y multiplico en mi ser

Los últimos los traduzco a una nueva lengua

Walt Whitman

 

El alumno preferido del profesor Keating era un poeta tímido y balbuceante hasta que se encontró con una frase que era a la vez una brisa y una bofetada: “conócete a ti mismo”.

Seguramente sintió temor del alcance de esas palabras, y de lo que podía acontecer si tenía el valor de seguirse a sí mismo. Tal vez tuvo una pálida certidumbre de su destino, el silencioso respeto, el culto a la tradición, los zapatos lustrados debajo de la cama. Al final se rebelaría contra la estructura de su tiempo y el mandato familiar, y sería poeta, liberándose en esa conmovedora escena final, parado sobre la mesa mientras Mr. Keating, antiguo integrante de la primer sociedad secreta de poetas muertos, debía despedirse por haber metido un dedo en la llaga del sistema (Oscar Wilde murmuraba, en su “De profundis” que hubiera deseado crear una comunidad de agnósticos y descreídos, probablemente esta hubiera sido, cambiando el eje de la fe por el de la literatura,  una de sus congregaciones predilectas).

Yo fui, en mi adolescencia, ese poeta temeroso y recluido

Pero nunca subí los pies en la mesa.


lunes, 25 de mayo de 2009

Hasta pronto Don Mario...

Ovillos Mientras devano la memoria Forma un ovillo la nostalgia Si la nostalgia desovillo Se irá ovillando la esperanza Siempre se trata del mismo hilo 

 ¿Es así Don Mario Benedetti? ¿siempre será así?

El dolor se dice callando dijo Galeano.
Prefiero el final de otro de sus versos, el que dice:

Y entonces, solo entonces 
El no ser sigue para siempre.

domingo, 24 de mayo de 2009

Las estructuras vanidosas del subconsciente

Al principio se es barroco, vanidosamente barroco, luego se van tornando complejas las estructuras, lo “vanidosamente barroco” corresponde a Borges, tal vez pueda intuir que quiso decir, pero creo que, al menos desde el punto de vista de la poesía, el autor no pudo poner en práctica ese axiomático deseo. Quizás pueda inferirse, trasladando el asunto hacia su obra poética, un leve destello en “Los conjurados”, cuando articula melancólicamente, tomando como eje la mitología y algunos retazos desvaídos de la historia, los arquetipos estructurales del poema, una meseta desde la cual sea posible vislumbrar teorías que subsumen lo caótico y lo candente, algo que ocupa el espacio circular de un jardín poblado de plantas colgantes.

Las estructuras (absuelvan mi soberbia), se tornan complejas por un largo y desarreglado mecanismo que difuminan lo aparente. Si apartamos el núcleo del poema, las narrativas se corresponden, esgrimiendo sólidas razones de arquitecturas complejas, literatura cuyo laberíntico vuelo otorgará territorios inconmensurables a los pájaros proféticos de los videntes (he allí el conjuro de Tiresias, el que juzgó a Edipo con grave autoridad).

Demás está presentir el grave decurso, el mito indica que los poetas son perdedores de fuego que suelen portar antorchas [cinematográfica imagen], los laberintos y los espejos son dádivas escuetas para las razones de aquellos considerados videntes (profusos barcos ebrios). La teoría, como un texto plano, va más allá de lo que apenas puede comprenderse, su recorrido es en espiral y su comprensión, tácitamente horizontal. Para quienes defendemos (sin comprender del todo, abrumados e ingenuos) esas expresiones caóticas y subconscientes, propias del simbolismo francés del siglo XIX, solo tendremos famélicas razones, algunos aullidos y cientos de lobos en la conciencia.

Lo demás no importa nada.


Sistema

No sé cómo empezó esto.

Una noche tuve la necesidad de conectar una computadora, beber lentamente una ginebra y entrar a un cuarto que tenía las paredes llenas de luces azules, una celda virtual multiplicada hasta el infinito. Me supe rodeado de conjeturas, sin ningún tipo de limitación existencialista, sin parámetros ni contextos.

Como sea, no recuerdo después, por la extraña combinación de códigos binarios y subjetividades arrancadas, cuántas sombras afilaron sus cuchillos aquella noche, pero sí pude entender que, en aquel sitio, los rostros detrás de las computadoras eran almas concurridas por la soledad, hombres y mujeres que al otro día los esperaba una vida común, millones de personas sin darse cuenta de nada…

Aquella noche había ingresado en un sistema, no supe entender las ecuaciones que mi propia mente hilaba sin razón alguna, pero en algún punto creí encontrar el modo de articular el enigma de la creación literaria, el verdadero significado de la palabra “detrás”, desvarío y lógica que puede dañar la ingenuidad de un corazón hirsuto, a una hora crepuscular, desde el más nocturno de los desarraigos.

Meras disyuntivas, hilvanadas sin sentido en cestos de mimbre.


A modo de prólogo


No volcaré aquí mis poemas, al menos por un tiempo. Me limitaré a mostrar lo que hay debajo de las palabras, lo que hay detrás del entendimiento, lo que va más allá de la comprensión...Esta nada, habitada de subjetividades, balbuceos y anonimato, nada pretende. Que aquí se congreguen los portadores de antorchas, los artistas de la vida puerca, los que filman preguntas, los que fijan vértigos, los perdedores hermosos de la literatura...y que los lobos aúllen