viernes, 29 de octubre de 2010

Tensión de lo que ocurre

Bebo un vino.

Intento discurrir sobre cuestiones metafísicas tratando de oscilar entre el sentido y la expresión, esa tensión que se da cuando las ideas resultan atisbos a punto de ser entrelazados, ovillados, conceptualizados.

Surgen cuestiones de fondo: imágenes del pensamiento arrojadas por la palabra. Creación de lo que surge mientras la belleza permanece distante en su cercanía. Hilatura de contrarios encarnando evanescentemente la concreción de lo caótico.

De allí al poema, buscando en el lenguaje los entramados pendulares que conforman su arquitectura, su sentido abstracto del cual fecunda toda raíz, toda inmanencia entreverada de construcciones dispares.

¿Queda escindido el pensamiento en el acto creativo? ¿Hay articulación de construcciones analíticas mientras se crea con la palabra?

Tal vez pueda inferirse que esas contemplaciones vienen después que el poeta se ha posado en el horizonte de lo candente. Pero me urge el tiempo presente en el acto de escribir poesía, aquello que se escurre de la comprensión mientras somos otros hilvanando lo que nos perturba.

Ocurre de tanto en tanto, ese pájaro azul que nunca estuvo.

Condenados a escribir sobre la maleza que lo oculta.


sábado, 23 de octubre de 2010

Estructuras sin estructura

Lo más seguro en esta vida es lo que nunca se conoce.

Dylan Thomas

Alguna vez Jim Jarmusch (brillante cineasta), dijo lo siguiente acerca del bee-bop:

en el jazz, como en el bebop, los músicos agarraban un standard y lo transformaban. Hacían largos solos improvisados, pero de todos modos se mantenían dentro de una estructura. De hecho, era precisamente la estructura lo que les permitía esa libertad”. Por ende, a Jarmusch le interesaba esa dialéctica, esa mezcla de orden y libertad con que desarrollaba sus películas.

Desde ese punto de vista, el cineasta sostenía que el hip-hop (presente en películas como Ghost Dog), estaba cerca del bebop. “La diferencia residía en que los raperos directamente samplean los standards. El bebop no samplea, cita”. Por lo tanto, Ghost Dog seguía ese camino, el de citar elementos de una cultura determinada y reacondicionarlos libremente en lugar de samplearlos.

Para quienes no vieron la película, Ghost Dog (encarnado evanescentemente por Forrest Whitaker), trata de un marginal solitario que sigue los códigos de la cultura Samurai, conviviendo en el mundo de los mafiosos ítaloneoyorquinos y el universo del rap. Resulta interesante el valor que la película le otorga a los libros, el perro fantasma los presta, pero a cambio pide un comentario, una devolución…

Me quedo en la idea de estructura, pero trasladada al acto de escritura, la idea ilimitada de un poema en prosa (o en verso) que, si bien permite el extravío del poeta, se percibe como un plano diagramado mentalmente por su creador, que invariablemente le concederá recorrer un sendero sin necesidad de utilizar esquemas abruptos que establezcan escisiones en el poema.

Aventuro declamar que la escisión no existe cuando se establece inconscientemente una estructura. En todo caso habilitaríamos con ligereza la idea de una estructura sin estructuras, delimitando ciertos límites abstractos, ovillos que al deshilarse conforman una unidad, un esbozo de la idea preconcebida mentalmente.

Es como internarse en un desierto, no hay fin preconcebido, no hay modo de terminar el poema, todo es un largo y desarreglado desvarío, con la posibilidad de que la belleza sea tomada en forma original.

Acaso el vórtice de nuestra propia conjetura.

Nota: el artículo sobre Jim Jarmusch se analizó luego de leer una entrevista en la revista Inrockuptibles [año 4, Nº 43, abril 2000]


martes, 19 de octubre de 2010

Frecuentando lo que ha de ocurrir


¿Qué es lo que convierte en poesía a la poesía? (honestamente no recuerdo si esta pregunta la leí o simplemente se me ocurrió)
¿Por qué algunas palabras están destinadas al poema en tanto captación de lo candente?
¿Por qué es preciso ver?
Preguntas nocturnas que pretenden descorrer un velo, el hilo del ovillo cuya raigambre simboliza toda reminiscencia.
Creo que el poema precisa del entramado poético para alcanzar un halo conceptual que represente su materia, y que la palabra, el arte del lenguaje en sí mismo, le otorga un sentido de atisbo que se descubre, de meta tal vez, de fin en tanto representación insoslayable: devanar los estertores del yo, fraguando fulgores como mesetas, hasta conformar un plano abstracto, caótico, fluctuante…
Avizorar estos lineamientos de la razón evidencia la inutilidad del discernimiento objetivo, que intenta con sus estructuras contener el concepto desde márgenes académicos o intelectuales.
Ahora que los años pasan de otro modo, frecuento ideas desde un enfoque crítico sobre aquello que simplemente deviene en tanto palabra, para experimentar ante lo creado el mismo pavor que antecede a la escritura, ese acto ineluctable que da buena cuenta de nuestra finitud, desvarío y sobrecogimiento.

sábado, 16 de octubre de 2010

El problema del tiempo...

El problema es el acercamiento desde los pequeños raptos de posibilidades disponibles, se podría decir entonces, reduciendo la idea que se pretende abordar, que el problema es el tiempo. No sé si corresponde ofrecer un espacio donde urdir un contexto poético que vanamente intento desbrozar. Las ideas necesitan de entramados de tiempos y espacios para permitirse la aproximación a un concepto, a su plena significación, en el cual se pueda advertir el plano subjetivo del poeta en tanto pensamiento, en tanto abordaje crítico y denso, subsumido en capas difusas donde nada lo aparente, incrustado de la cotidianidad que todo homologa y adoctrina.

Frecuentar un espacio implica a la vez un compromiso, sin embargo, no recuerdo haber escrito un texto para este blog que me haya llevado más de un día de elucubraciones y disyuntivas, la gran mayoría de las aproximaciones no sobrepasaron los 10 minutos, y considerando la evaluación consciente en tanto aporte, creo que ese es realmente el problema.

Digamos que tenemos una vida, hacemos el desayuno, salimos con cierta urgencia al trabajo, nos encontramos con eventualidades que sortear y después llega un momento en que la mayoría de las cosas se apagan (recuerdo en la comedia del Dante, aquella parte del día en que las moscas dejan paso a los mosquitos), hay distracción y un control remoto que desde la televisión nos controla, recogemos los platos de la mesa, los lavamos en silencio y entonces algo ocurre, una necesidad tal vez, una brisa que en apariencia nos preocupa, como una presencia incierta, cubierta con una hilatura de sombra que se parece a una idea.

Dejamos lo que había que hacer (que ya se hizo) y vamos a la habitación con nuestra penumbra a cuestas, encendemos la computadora y entonces escribimos.

Estas cosas que no podremos explicar.

martes, 12 de octubre de 2010

El significado de la palabra


Como diría la cinematográfica Orlando, ah! La poesía...

Tal como lo señaló Rodolfo Alonso, en sus comienzos Ungaretti ha sido bautizado -a la vez injusta y acertadamente- como un poeta "hermético" que ha buscado entre la naturaleza del devenir lo que pocos han concebido: conducir las palabras a una tensión que las colme de su significado.
Buenos poemas se han encontrado a sí mismos en esa búsqueda.
Leerlo no deja de resultar apacible.

Quién viniera conmigo a través de los campos

El sol se esparce en diamantinas
gotas de agua
sobre la frágil hierba

Me recuesto con
el placer
del apacible corazón
del universo

Las montañas crecen
en corrientes de sombra lila
y se perfilan contra el cielo

En la luminosa cúpula arriba
el hechizo se ha roto

Y yo retorno hacia mí
y anidado me escondo dentro de mí mismo

A la salida

sábado, 9 de octubre de 2010

La resonancia de la palabra

Decir algo más de lo que el hecho es en sí mismo.

Significarlo desde la abstracción. Ovillarlo desde la evidencia lineal, allí donde se sobrevuela el contexto del poema. Alcanzar las antípodas de los surcos antiguamente trazados. Volver sobre lo que se ha visto. Desmenuzar lo escandido, lo conjeturado, lo revelado.

Recrear la captura de los vértigos y los fulgores. Beber nuevamente de los viñedos. Perder nuevamente los sentidos…

Nunca será el mismo poema. Seguramente causará desasosiego, tener que ser al otro día, la consecuencia de una hilatura, que apenas ovilla lo que somos en este instante.

Encontrar la palabra, de la que somos hacedores y atavíos.

La doliente y necesaria palabra.


sábado, 2 de octubre de 2010

Lo transversal del poema

Me resguardo en la palabra.

Acabo de guarecerme de la noche después de todo un día ser otro. Igual esas reminiscencias hablan de mí, me dejan a una distancia comprensible de la felicidad, orilla peculiar si las hay.

Establezco una línea discursiva desde una interrupción irregular, como un promontorio donde ejecuto la palabra, ansiando representar un derrotero llano.

En poesía esto sería algo así como intentar una fluctuación en una determinada curvatura sin dejar de lado la horizontalidad de la prosa.

Puede no resultar, después de todo, no deja de ser un recurso técnico.

Creo también que se trata de escrituras escindidas desde diferentes planos, en algún punto interrelacionadas, ya que convergen entre lo desarreglado y lo establecido conceptualmente. En sí mismo atañe, dentro de su significación, una transversalidad y un punto de encuentro, aun cuando sus versos establezcan una fuga hacia una nada perpetua.

El poema nunca concluye, y sin embargo su crepúsculo ya está escrito.

Entonces llega la noche para resguardarnos de la palabra, y nos cubrimos sin consuelo, bajo el paraguas de la otredad.