jueves, 28 de marzo de 2013

Sobre la necesidad de fe y otras yerbas



Y tu irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás
Para recibir tu heredad al fin de los días.
                                                                                  DANIEL 12.13

A propósito de la designación del papa argentino, como tal, ya que vivo en Buenos Aires, me dejó pensando la necesidad de fe por parte de los creyentes, qué lleva a una persona a creer, que hace que un sustantivo abstracto se represente en nombre de un purpurado vicario de Jesucristo.

Todo esto hace que revise mi sentido del dogma, aquello que alguna vez fue motivo de discordia y de un profundo análisis. Como todos los hijos de padres católicos, fui bautizado sin poder elegir, pero siempre sentí, desde la adolescencia, que mi alma era pagana.

Entonces me pregunto en qué creo...
He allí la disyuntiva.

Creo que creo en lo que creo que no creo.
Y creo  que no creo en lo que creo que creo.

El caligrama de Oliverio Girondo esclarece la profunda ignorancia que las personas tienen sobre temas considerados cruciales o inevitables, conforme pasan los años.
Creo que creo en la idea de Dios, aquella necesidad de que el mundo, o lo que vemos delante nuestro, es algo más que lo que vemos delante nuestro, y entonces siento que nunca voy a encontrar a Dios como un hecho concreto, como una certeza, y sin embargo lo voy a seguir buscando, en una piedra, en la mirada de un sapo, o en la orilla fría del mar...la idea, no la manifestación ni el sentido de pertenencia.

Suelo tener acercamientos hacia concepciones pagánicas y gnósticas, incluso panteístas, sin saber bien del todo de qué tratan sus principales conceptos, pero en esto hay que hurgar un poco entre las inalcanzables lecturas de los filósofos griegos, realmente es complicado poder aseverar un sentido de pertenencia hacia lo que algunos consideran “mezclas sincréticas de creencias orientalistas” e ideas de la filosofía griega, en especial la platónica. Hay algo de aquella dualidad que establece controversias. Entre los primigenios vericuetos se filtra la poesía, los primeros videntes, los que podían revelar aquello que se temía, y tal vez el libro de Daniel sea una muestra cabal de aquellas imbricaciones.

...he caminado muchos senderos y navegado en muchos océanos, y a cualquier lugar que las caravanas de la tierra y las embarcaciones por las aguas me llevaran, escuché tu nombre...

Esto escribió Kalil Gibran sobre Jesús, lo llamó“príncipe de los poetas”, lo representó como un revolucionario que le puso el cuerpo a las ideas, como alguien que le pegó una enorme patada al sistema, y al dejar en evidencia la disociación de lo aparente tuvo que pagar por ello, arrancando para siempre la venda de los ojos. Y lo que me deja meditabundo y perplejo es que el ejemplo de su sacrificio se haya establecido como imagen de una iglesia ampulosa, que en su nombre persiguió y asesinó a cuantos se opusieron, “Dios lo quiere”, decían los cruzados, por tomar solo una pequeña hendidura de la historia. Bastaría revisar todo aquello para dudar de las actuales estructuras, entendiendo con el acto la ausencia de acercamiento hacia los seres humanos y las profundas divisiones sociales que ha causado la religión. Entonces aparece aquella frase de José Saramago de que si el mundo fuese ateo no hubieran ocurrido tantas matanzas. Matar y morir porque el otro, el semejante, no cree en lo que yo creo. Creencia, nada más que creencia, decía Saramago, y es tan absurdo como cierto.

Jesús, el candente Jesús, quien se rodeaba de los pobres, enfermos terminales, ladrones y prostitutas, tuvo por principal virtud la pobreza, y entonces veo los ornamentos del Vaticano, las alfombras rojas, los utensillos de oro, y no logro entender ese sentido de pertenencia de quienes ungen con devoción los faldones papales, pretendiendo santificar una investidura, un objeto de la fe.

Solo hay muros roídos por oraciones, y jerarquías que simulan ser horizontales.
La verdad no existe.

domingo, 24 de marzo de 2013

El país que no fue


María Elena San Martín tenía 19 años cuando la dictadura la hizo desaparecer, era poeta, militaba en la Federación Juvenil Comunista, como ella, el sueño de miles de almas forjaron el país que no fue, porque no los dejaron, porque los hicieron memoria a la fuerza.

Este es un caso en 30.000 detenidos-desaparecidos, cuánto nos hubiera ofrecido esta poetisa, hoy tendría 55 años y hubiese alcanzado su madurez creativa, duele saber que de este árbol no hubo más flores caídas, que todo fue un silencio ardiente, palabras cosidas por una luz tenue.

Todo eso que en esta fecha no se olvida.
He aquí un poema de quien no pudo envejecer.

Fantasmas de la infancia

Este rostro lunar, esta fatiga
de saber que voy a ser
pájaro o tormenta pero nunca
o solo algunas veces este cielo
inundado
con sus estremecedores brazos
los caminos de la risa.
Y también –con algún llanto-
estas manos mudas en las tardes
cuando fue necesario –cuando es-
arrancar definitivamente
las cáscaras, corazas
con que asfixiamos el latido nuevo
y que también se colgaron
de mis manos.
Los ojos aferrándose cansados
cuando la soledad viene a borronear figuras.
Y no creer.
Las muertes sucediéndose,
decretando el olvido de las voces
que tan tiernamente habitaron mis uñas
o las realidades celestes de este océano.
Este miedo final
última guerra, primera luz.
Y no creer
ahora
que puedas haber sido
tan compañero, tan insólito y milagro
para querer pausadamente,
con profundidad y esta ternura blanda
el rostro lunar
las pocas lágrimas
las manos que quedaron lamiendo
su silencio
este pozo recientemente amanecido,
que hayas podido querer mi vida.

16 de octubre de 1976 (Último Reino, 2007). 

María Elena San Martín, escritora desaparecida durante un operativo militar-policial en Panamericana y General Paz, el 1 de julio de 1977, a los 19 años.

PD: se recomienda la lectura de este poema de la autora, incluido en el libro “Palabra Viva – Textos de escritoras y escritores desaparecidos y víctimas del terrorismo de Estado. Argentina 1974/1983” editado por SEA -Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina- y la Comisión del Personal del Banco de la Nación Argentina por la Memoria, la Verdad y la Justicia.

viernes, 22 de marzo de 2013

El poema del poeta


Conozco poco de poesía coreana, hace un tiempo leí este poema de Chunsu Kim (1922-2004) quien supo incursionar con amplios registros en la literatura social de su país, el surrealismo y la poesía neobarroca. En este caso rescato el sentido reflexivo del poema, que cobra otros vuelos con la relectura, me gustó la simpleza, cierta filosofía envolviendo un poema que se contempla por dentro.

Después pareciera que sus versos desprenden flores de un ciruelo.
Los poemas son las flores, el poeta es el viento, todo lo demás es algo que apenas se advierte.

MI POEMA

Se dice
que mi poema es
un adorno lujoso.
Está bien dicho.
Oscar Wilde dijo que
el adorno
no se deteriora con ningún otro sentido”.
Así es.
La mariposa, adorno de níquel, posada en el armario
no tiene predicado.
Como el sol y la luna en el cielo, mi poema
no se deteriora
con ningún otro sentido
”.
Aun a los treinta y nueve centígrados mi poema
se levanta la solapa.

Poemas, 1998. Traducción de Changmin Kim y Othón Moreno R.

sábado, 16 de marzo de 2013

Canto Nupcial

"La poesía pareciera implicar el fracaso: la celebración de un estado fallido de las cosas"
John Ashbery

Leer a Susana Thénon es como leer a Oliverio, y no hace falta decir que Oliverio.
Ha resultado una voz original para la poesía, dicen las crónicas literarias que fue contemporánea de Juana Bignozzi y Alejandra Pizarnik, y acaso deban trazarse puntos en común con las construcciones de ambas escrituras.
En sus poemas se nota un trabajo con las palabras, y con el lenguaje, donde pone en evidencia la carencia y la inutilidad del mismo. Desarma artefactos que logran exponer la desarticulación de lo aparente.

Decía en unos versos:

Me niego a ser poseída
por palabras, por jaulas,
por geometrías abyectas.
Me niego a ser
encasillada,
rota,
absorbida.
 

Basta leerla para darnos cuenta de esta evidencia...

Cuesta apoyarse en una estructura mientras se lee lo que escribe, y en esa imposibilidad de encontrar reglas radica el sentido de su encanto, su misterio.
Tal vez este poema sirva de ejemplo para simplificar esto que intento no decir...

me he casado
me he casado conmigo
me he dado el sí
un sí que tardó años en llegar
años de sufrimientos indecibles
de llorar con la lluvia
de encerrarme en la pieza
porque yo -el gran amor de me existencia-
no me llamaba
no me escribía
no me visitaba
y a veces
cuando juntaba yo el coraje de llamarme
para decirme: hola ¿estoy bien?
yo me hacía negar
llegué incluso a escribirme en una lista de clavos
a los que no quería conectarme
porque daban la lata
porque me perseguían
porque me acorralaban
porque me reventaban
al final ni disimulaba yo
cuando yo me requería
me daba a entender
finamente
que me tenía podrida
y una vez dejé de llamarme
y dejé de llamarme
y pasó tanto tiempo que me extrañé
entonces dije
¿cuánto hace que no me llamo?
añares
debe de hacer añares
y me llamé y atendí yo y no podía creerlo
porque aunque parezca mentira
no había cicatrizado
solo me había ido en sangre
entonces me dije: hola ¿soy yo?
soy yo, me dije, y añadí:
hace muchísimo que no sabemos nada
yo de mí ni mí de yo
¿quiero venir a casa?
sí, dije yo
y volvimos a encontrarnos
con paz
yo me sentía bien junto conmigo
igual que yo
que me sentía bien junto conmigo
y así
de un día para el otro
me casé y me casé
y estoy junto
y ni la muerte puede separarme.

martes, 12 de marzo de 2013

Disyuntivas...



En una ocasión, una periodista radial le arrojó a Jorge Luis Borges una pregunta un tanto ridícula:
¿Pero usted lo único que hace es escribir? ¿no sabe hacer otra cosa?
a lo que Borges respondió, despreocupadamente:
bueno, alguna vez anduve en bicicleta...

Cuando era adolescente yo no sabía hacer otra cosa que escribir y leer poesía, habría que ir atrás en el tiempo para entender la osadía de quien publica sus propios versos, pero esas escrituras estuvieron guardadas en un cajón, y allí perduran.

El tema es muy "complejo", y como tal, lo abordaré en otra ocasión.

sábado, 9 de marzo de 2013

Debate entre poetas...

Una charla de bar entre poetas, es bueno tener un registro de estas disquisiciones, simplemente comparten una mesa, discuten sobre procesos de construcción literaria, la incidencia de la investigación como modo de encauzar un proceso creativo (a pesar de reconocer que la poesía  como escritura resulta un mecanismo algo azaroso). Se trata de una conversación entre Alejandro Rubio, Lucía Bianco y Martín Gambarotta, que da cuenta del conocimiento que es preciso analizar si se pretende abordar una poética a la par del poemario creado, elaborar un artefacto desde la indagación del poeta, la crítica hacia los enfoques teóricos enhebrados desde el entendimiento de algunas partículas, y a partir de allí la supuesta elaboración de sentencias. Hay quienes llegan a utilizar una obra para intentar entender un movimiento, todo esto necesariamente es motivo de debate, la necesidad de construir algo, elementos que nos llevan a intentar comprender, mediante el estudio arborescente, que es la literatura.

sábado, 2 de marzo de 2013

No sé...


Estimo altamente estas dos pequeñas palabras: ‘no sé’. Pequeñas, pero dotadas de alas para el vuelo. Nos agrandan la vida hasta una dimensión que no cabe en nosotros mismos y hasta el tamaño en el que está suspendida nuestra tierra diminuta –dijo la poeta en el discurso de aceptación del Nobel–. Si Isaac Newton no hubiera dicho ‘no sé’, las manzanas en su jardín podrían seguir cayendo como granizo, y él, en el mejor de los casos, solamente se inclinaría para recogerlas y comérselas (...). También el poeta, si es un verdadero poeta, tiene que repetirse perpetuamente ‘no sé’. Con cada verso intenta responder, pero en el momento en que pone el punto final, le asaltan las dudas y empieza a advertir que su respuesta es temporal y en ningún caso satisfactoria.” Wislawa Szymborska tenía los pies sobre la Tierra. En ese memorable discurso en el que daba cuenta de las dificultades y humillaciones que padecen los poetas, recordó también a quienes pelean día a día por sobrevivir. “La mayoría de los habitantes de esta tierra trabaja porque necesita conseguir los medios de subsistencia, trabaja porque no le queda otra. No fueron ellos quienes por pasión escogieron su trabajo, son las circunstancias de la vida las que escogen por ellos. El trabajo mal querido, el trabajo que aburre, es respetado únicamente porque no resulta accesible para todos, y esta situación constituye una de las más penosas desgracias humanas. No se vislumbra que los siglos venideros traigan un cambio feliz al respecto.”

Quedé pensando en todo esto, como si una penumbra iridiscente reflejara en pequeños charcos los rostros de aquellos que nunca tendrán un nombre, allí se podían ver las herramientas del obrero al final de la jornada, al portero que baldea las veredas del amanecer, al cartonero buscando papel, el que vende pulseras en la calle, el mozo del bar, el profesor de literatura que maneja un taxi, el que junta botellas de plástico entre las vías de los trenes, el verdulero de la esquina, el empleado de 8 a 5, el colectivero empezando la primera vuelta, la mujer que cose, el que afila los cuchillos arriba de una bicicleta, el que vende flores el día de los enamorados, el actor que trabaja de albañil, el que carga nafta de noche, el repositor de las latas de tomate, la que cuida ancianos en el geriátrico, el que apila cueros en la curtiembre, el que revisa la basura al atardecer...

Una vez, Ortega y Gasset consideró a la vocación como una misión en la vida de cada persona.
Es difícil detenerse en esa idea. Los años pasan y en muchos casos las realizaciones personales quedan relegadas, teniendo por consuelo perpetuarse en alguna memoria, algún logro ajeno.

No sé
que más decir.