miércoles, 30 de octubre de 2013

Democracia...

Un día como hoy, 30 años de democracia, no nos olvidemos nunca de esto...

Los caminos del duelo eluden el deber cumplido
tienen audacias para sobrevivir/países/escondrijos
de estar. La imposibilidad de borrar huellas ancla
en el real con péndulos indetenibles/su semejanza
con la muerte es un escándalo...

                                            de Hoy, Juan Gelman

sábado, 26 de octubre de 2013

Cosas veredes...

Hace poco, hurgando en ciertos recovecos virtuales, encontré en un texto la expresión popular “cosas veredes” atribuida históricamente al Quijote. Sin embargo, al igual que lo sucedido con el inmortal “ladran Sancho, señal que cabalgamos”, la frase no figura citada en el libro de Cervantes, si no que fue anónimamente acuñada en el Cantar del Mío Cid. Basta revisar el libro que recoge la historia del juglar Rodrigo Díaz de Vivar, para encontrar en un párrafo estas palabras dirigidas al rey Alfonso VI: Muchos males han venido por los reyes que se ausentan... y el monarca que contesta: Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras.
“cosas tenedes” llegó a deformarse linguisticamente con el paso del tiempo, pasando a entenderse como “cosas veredes”, que no es otra cosa que un estado de perplejidad ante un hecho circunstancial en el cual transitan los personajes.
Esto viene a cuento por una vieja sentencia inmaculadamente agotada por académicos y lingüistas: la gente cada vez lee menos. Por tal motivo se debe agradecer, sentidamente, a los cartógrafos que nos orientan con sus ejercicios narrativos.  Aquellos que leyeron con autoridad, y se tomaron el trabajo de quitar las malezas para que otros puedan hallar algún entendimiento de la Literatura Universal.
Habría que leer el Quijote entonces, y evitarnos citar lo que el escritor no ha fulgurado con su pluma.

Porque leyendo se evitan los intermediarios de la construcción de sentido, leyendo se amplían los esquemas y las estructuras mentales, leyendo se obtiene en forma lícita otro tipo de entendimiento, leyendo podremos decir que esas palabras nunca las dijo el Quijote, y acaso con verdadero sentido, poder ofrecer una opción encantadora para el incrédulo: que vaya a la biblioteca, porque allí estará la respuesta, una verdad que históricamente consistió en no olvidar.

sábado, 19 de octubre de 2013

Adagio...

He aquí un poema, el que una vez leí a Sábato en su casa de Santos Lugares, cuando me dijo  que los versos estaban bien estructurados, allá lejos y hace tiempo, el único poema que aprendí a recitar de memoria...
Simplemente me permito una digresión. El texto es de fines de los 90 y se titula adagio...

Vivo adornando mi lápida
Como un recluso adormecido
Elevado en piélagos hacia el mar.

Del pájaro vencido
Que aún exorna palideces de neón.

Alcanzando las nubes
Hasta llorosos anemocordios
En lenta cofradía hacia el abismo.

Despertando en la cumbre
De algún reciclaje
Y ser polvo de este hastío.

Un muro de huesos que pronto callarán
Sangrando pétalos en el río
Rogando por otra tumba bajo un martirio de arcilla.

Un llanto eterno
De cicatrices en el alma que la piedad labriega
Azotando en la urdimbre un sepulcro de plegarias.

Despertaré ebrio de palomas bajo la muerte del crepúsculo
Y me encerraré desnudo en la cárcel del mañana.

Y no claudicaré ante los ángeles venidos de la aurora
Mi dolor será de espinas
Y mi recuerdo, un salmo póstumo y un canto de remembranza.

sábado, 12 de octubre de 2013

El problema de la escritura

Dice el pintor MarxRothko “Pobre el hombre que hoy debe crear en el interior de un mundo que no tiene siquiera una bolsa de silencio”.
Ese silencio mientras ocurre lo creado, producto del cuestionamiento hacia la construcción que se ha urdido. Tensar los límites de la estructura para indagar una suerte de segunda naturaleza de lo subsumido en el poema. Ya Baudelaire pregonaba la necesaria importancia del aspecto analítico del poeta sobre la consecuencia de su poesía. Un ejercicio poderoso, que necesita silencio, un silencio que a veces hay que producir.

Se trata de pasar un tiempo con un problema, el problema que involuntariamente puede plantear una escritura, allí también se trata de una decisión. Entonces se abren algunos caminos, tal vez paralelos.

A veces suelen ocurrir poemas verticales, luego las correcciones lo tornan arborescente. Las multiplicidades expanden sus esquirlas, de esos colgajos de palabras surgen fulgores, cuyas dilucilaciones resultan atrapadas en bosquejos de ensayos que intentan, vanamente, "explicar" lo acontecido.

Desbrozar las imbricaciones de un problema...una tarea cuya obliteración genera un espacio de tensión que es preciso resolver.

Así, el arte ocurre, ahora es preciso entender el porqué de las líneas veteadas que se pierden en el cuarzo sin partir. Lo que es necesario devanar, es el alarido en la tela desgarrada, el plano de todos los planos, acaso una nueva construcción.

domingo, 6 de octubre de 2013

Ahora...

Me adormezco durante el viaje en coche y me detengo bajo los árboles, junto al camino. Me acurruco en el asiento trasero y duermo ¿Cuánto tiempo? Horas. La oscuridad alcanza a caer.

De pronto estoy despierto y no me reconozco. Estoy bien despierto, pero eso no me ayuda ¿Dónde estoy? ¿QUIEN soy? Soy algo que se despierta en un asiento trasero, algo que se revuelve, con pánico, como un gato en una bolsa ¿Quién?

Por fin viene mi vida de regreso. Mi nombre llega como un ángel. Fuera de los muros suena un toque de trompeta y los pasos salvadores llegan rápida, rápidamente descendiendo la demasiado larga escalera !Soy yo! !Soy yo!

Pero imposible olvidar la lucha de los quince segundos en el infierno del olvido, a pocos metros de la carretera por la que fluye el tráfico con luces encendidas.

Mi nombre 
Tomas Tranströmer

Estoy en la costa. Pasan unos pájaros que se posan sobre un árbol frondoso con las ramas cubiertas de enredaderas. El cielo es inmensamente azul, como el mar. No hay personas, los cestos de basura están vacíos, nada parece moverse. Es entonces cuando me doy cuenta, por un instante, que ahora es el tiempo presente, que pasan autos y no estoy anestesiado, que todo esto es hoy, y que soy yo el que está aquí, acaso escribiendo palabras, acaso invisible.

Esas certezas propias de Tomas Traströmer, poblando con metáforas mundos como poemas.