sábado, 26 de enero de 2013

La única obra


Alguna vez, Balzac comentó que sus 85 novelas conformaban una sola, que debía llamarse “La Comedia Humana”. Interesante detenerse en la apreciación. Se puede inferir que hay coherencia en un escritor cuando su obra atraviesa a lo largo del tiempo diversos  tópicos mediante la utilización de esquemas narrativos singulares, se podría añadir el tema de las obsesiones literarias dentro de ese recorrido impar. En ocasiones ha pasado que 4 o 5 libros podían homologarse en un único libro, o mismo si no fuera aclarado en la portada una antología poética podría considerarse un poemario extenso, el escritor conserva el tono por un tiempo prolongado, el debido tiempo, pero discurre en diferentes atmósferas emotivas, en períodos circulares que cierran trayectos simbólicos, buscando imprecisamente obtener respuestas, cerrar ciclos en forma de espiral o bien arrojar nuevas imbricaciones de escrituras olvidadas.

En otros casos ocurre que luego de algunas publicaciones ciertos poetas exploran otras posibilidades, intentan pasar los límites gramaticales, se extravían reinventando los alcances de la lengua, convierten en verbo un sustantivo y obligan a los traductores a que salgan de su lógica y por ende rompan las reglas. Allí podríamos suponer que el plano es permanente, coexisten diversos componentes cultivados bajo un mismo tono, luego ocurre que el propio poeta decide culminar el ciclo, pero difícilmente pueda abandonar el plano, nace con su forma de expresar lo que ve, y se inclina al paso de los años con similares palabras.

Un caso aparte resultan aquellos poetas que precisan de heterónimos para superponer ciertos planos, estableciendo continuidades desde múltiples estéticas, así la única obra es fragmentada por el paso del tiempo, abordada desde la crítica en el mismo promontorio donde el único poeta estuvo posado, ya lejos en el tiempo, extendiendo sus dominios y desarticulando con su obra la idea del “yo”.

Expreso estas divagaciones desde una aproximación, que otra cosa puede hacerse tratándose de algo tan indefinible como la poesía…

sábado, 19 de enero de 2013

Mis escrituras...




Alguna vez colgué poemas con broches en una cuerda atada a dos árboles, los lectores iban y desabrochaban los poemas, y creo que eso es todo.

Aún conservo en casa unos cuadernos “Original Lancaster Bank”, hojas oficio, 40 páginas cada uno, sin renglones, plagados de poemas escritos en cursiva, con birome, representa la etapa febril de mi adolescencia, noche tras noche escribiendo sin parar, lo que Pizarnik denominaba la “escritura automática”, llenando cuadernos y cuadernos, bebiendo mientras escribía, dejándome ir en el poema...

A veces creo que lo mejor de mi está ahí, y sin embargo no tiene corrección alguna. La otra noche abrí una de esas carpetas y transcribí a la computadora el primer poema de aquella época, los versos estaban cargados de connotaciones religiosas y metafísicas, no pude evitar hacer correcciones, ahora no sé que hacer con ese pasado, si dejarlo en aquellas hojas o reescribirlo conservando los originales, no sé si eso tiene destino, a veces me parece creer que debí arrojar al suelo aquellos jarrones, y pasar el resto del día juntando cada pedazo, intentar entender el mundo detrás de cada pieza, hacer de la nada una nueva vasija.