sábado, 28 de septiembre de 2013

El crepúsculo...

El crepúsculo...que misterio!
Ernesto Sábato

El misterio del crepúsculo ocurre a una hora determinada, ha sido así desde siempre, todas las cosas se apagan naturalmente, hace unos días estaba volviendo en auto por una ruta en medio del campo, y pude comprobar que cuando el último resplandor anaranjado se torna ceniciento, las luces de las estancias no iluminan circularmente, son como faros indicando un punto de referencia, alrededor todo declina sin preocupación, los caballos miran el suelo, los árboles parecen habitados por la vigilia, como dando aviso al horizonte para que disuelva la última de sus cortinas parduscas. Ciertamente nadie ha podido explicar ese minuto en el que el último hilo de luz del día da paso al anochecer más absoluto, es como si el tiempo bajara los párpados, dando paso a lo indeclinable de la naturaleza, al campo que ha pesar de sus alambradas y cercos, de sus animales pastando, de sus palenques quietos, conserva dentro de las casas un poco de lumbre, un silencio de troncos gastados por el paso de la jornada, un anciano que se encoge de hombros ante el débil asombro de la penumbra que avanza.
Es en ese momento que el mate pasa de mano en silencio, que es preciso encender una lámpara, cerrar las ventanas, escuchar a lo lejos los primeros grillos.

Siempre me cuestiono si alguna vez no estaré desde algún hogar contemplando aquel auto con el que ahora atravieso la noche.
Simplemento acelero y no pienso en la posibilidad de ese amanecer, ni en el candado puesto en la tranquera, ni en las luciérnagas danzando sobre el cieno.
Es mejor que así sea.

sábado, 21 de septiembre de 2013

La ceremonia tardía


Herrumbro la fuga en el alcoholico tintineo de los dos cubitos de hielo, el gesto mecánico, cada vez que alguien entra sacudiendo las cortinas azules, como si despejara un recuerdo, levantando la mano con la mirada perdida. En el recinto irrumpe un viento sordo, un murmullo con algo de sol, semejante a una epifanía.  Mirando estas cosas sin saber nombrarlas, pienso en la espera de un “ejercicio narrativo”. Es la hora carmín de los destellos de luz entre la polvareda de lo que declina. Y algo parecido a una borrasca pinta de violeta mi silente camino.

sábado, 14 de septiembre de 2013

La poca memoria...

Me desperté pensando, en medio de la noche, en algo que tenía que escribir. Ahora no lo recuerdo. Debe ser similar a cuando un músico tiene un acorde en la mente y no cuenta con un instrumento para fijar ese vértigo, luego se despierta y no recuerda lo que había escuchado. Acto seguido ocurren otras entelequias, bloques de relatos se dispersan, atravesándose en registros paralelos, en irrealidades enfrentadas, plano con plano, sin que tengan mucha relación o sentido. Luego todo pasa, aparecen algunas nubes, los laberintos parecen rectangulares, los perros aúllan y la noche se corre como quien despeja una habitación llena de cortinas. Aún falta para el amanecer, la lumbre tenue del alba, que todavía no existe, nos recuerda nuestra propia finitud.

El rol inacabado de otro día en el mundo.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Segunda parte

Demasiada lluvia en el cielo con nubarrones “las nubes están llenas de murciélagos” dice mi hijo mientros intento ver, entre los charcos negruscos, vestigios de una infancia sin barro en los pies. Huyo hacia los páramos, hacia las conjeturas del poema, en un sesgo vuelan pájaros, las estructuras están lejos de tornarse complejas, un sutil barroquismo baña las costas de mis encrucijadas literarias, me veo irrumpiendo en el salón de los espejos diciendo en voz alta que ya no puedo sostener esta mentira, y la mentira, o lo que se entiende como tal, es un límite que ya no puedo atravesar con el discernimiento de la creación, todo es fuga, todo es intentar atrapar algo que se torna niebla, conversaciones estentóreas en un bar lleno de humo, una vida paralela donde las rutinas forman bloques de sentidos que día a día resultan profanados, ya no puedo ir más allá del entendimiento, y yo que me creí en el vasto mundo de las inquietudes literarias, y todavía en la vida!

Segunda parte del vaso sin terminar, una luz amarilla me devuelve la imagen del adolescente ataviado por el destino, el que ahora dice que la frase “casas sin terminar” debería ser parte de un poema, porque es algo que no he dejado de ver entre las calles del barrio de la infancia, porque ahora todo de algún modo quedó detenido. Sigue lloviendo, los charcos se multiplican, cada tanto un resplandor anaranjado atraviesa los alambres de púas cubiertos de violetas, como las flores que se trepan a los costados de los trenes, los capullos semejan la imagen de un plano quieto. A veces, infinitas vidas transcurren en un rectángulo que no se sabe si es vertical u horizontal, y cuyo único consuelo es cuidar la enredadera de un jardín atemporal. Sin embargo algo que se parece al amor me atraviesa, rodeado de azaleas y no me olvides, donde el tiempo se apiada, sé que todo pasa, giro rápido la cabeza, el ruido sordo me cubre los oídos, ahora me acuerdo que siendo niño buscaba con una linterna ver la vida nocturna de los insectos en la huerta, luego tomaba anotaciones y la vida proseguía.

Ya no queda ginebra en el vaso, y no se muy bien si estas palabras me pertenecen.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Los literarios hallazgos

Un hombre llega a un recinto poblado de estantes con libros viejos, hurga entre papeles llenos de polvo,  de pronto algo lo encuentra, un texto apenas legible, una carta, un manuscrito, una libreta poblada de anotaciones; resulta ser un poema no publicado de un gran poeta, resulta ser una correspondencia compartida entre escritores, resulta ser un ensayo inédito de un reconocido novelista.

Es lo que ocurre con los hallazgos literarios, un tema que probablemente se encuentre atravesado por múltiples variables: la causalidad, la serendipia, la curiosidad, el conocimiento o acaso la voluntad de profanar silencios con la minuciosidad de un investigador. A veces, siglos de quietud nos devuelven en el rostro apagados clamores de la historia.

Recientemente se supo que dos libreros franceses encontraron por casualidad un correo manuscrito no fechado, enviado por Albert Camus a Jean Paul Sartre, aportando una nueva iluminación sobre las relaciones entre ambos filósofos, históricamente enfrentados en el imaginario colectivo. El descubrimiento permite arrojar cierta complejidad a una relación signada por la tensión y el enfrentamiento, en especial considerando que la correspondencia completa entre ambos escritores ha sido destruida.

Mucho más cerca en el tiempo, se acaba de descubrir un nuevo manuscrito de Jorge Luis Borges, hallado en los depósitos de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, entre las hojas de una edición de la revista Sur, el texto en cuestión presenta un final alternativo del famoso cuento "Tema del traidor y del héroe", aunque en este caso el producto del hallazgo tenga relación con el Programa de investigación y búsqueda de fondos borgeanos de la Biblioteca Nacional, que ya arrojó como resultado la colección Jorge Luis Borges y el catálogo que la describe, publicado con el título Borges, libros y lecturas (2010).

En este caso, los bibliotecarios involucrados en el proyecto, que desde hace tiempo siguen los vestigios que dejó Borges en los libros esparcidos por la Biblioteca, manejaron una hipótesis: que el autor utilizaba sus escritos originalmente aparecidos en publicaciones periódicas como soporte de nuevas correcciones: la reescritura como base de la trama, el texto circular, infinito. Así, este ejemplar de Sur formaría parte de un corpus mayor que incluye, hasta ahora, seis números intervenidos por el autor.

Todavía está fresco en el recuerdo el gran hallazgo de cajas con documentos en la sala Leopoldo Marechal de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) donde se encontraron manuscritos, cartas y textos originales de reconocidos escritores de la historia Argentina, entre ellos Leopoldo Lugones, Domingo F. Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, Esteban Echeverría, Ricardo Güiraldes, Alfonsina Storni, José Hernández y Marcelo T. de Alvear, como así también de la poeta uruguaya Juana de Ibarbourou y del inmortal Rubén Darío. A modo de ironía del destino, estas cajas estuvieron a punto de ser desechadas sin revisar.

La biblioteca es un sitio especial para trabajar con este tipo de documentos, en muchos casos, con el fallecimiento del escritor, la familia decide donar parte de la colección personal a una institución de carácter público, con el objeto de facilitar documentos valiosos para la crítica literaria pero también, aunque parezca extraño, con la intención de “liberar espacio” en la casa.
Acaso un paradigma de esta controversia lo represente la colección de la Biblioteca Personal Alejandra Pizarnik, cuyo acervo es actualmente investigado en la Biblioteca Nacional de Maestros.

Cuando se llevó a cabo la presentación del evento, el catedrático y escritor Daniel Link disertó sobre la colección de la poetisa, que tenía la particularidad de realizar anotaciones marginales sobre los espacios en blanco de los libros que leía. El abordaje sobre estas prácticas lo llevó a preguntarse algo que tal vez no tenga una única respuesta:
¿Cómo usaremos esta biblioteca que llega hasta nosotros como el fragmento vivo de una memoria muerta? ¿Como una reliquia? ¿Como una experiencia de videncia? ¿O como una historia de fantasmas?

En esas marcas hay construcciones, inquietudes intelectuales, afinidades literarias, afirmaciones, correcciones, silencios...vaya suerte la de quienes, sin intermediarios, pudieron ser testigos de un tiempo que ya no existe, y del cual solo quedan simples notas para intentar atrapar, por un segundo, aquello que irremediablemente tuvo por destino ser profanado.