sábado, 30 de noviembre de 2013

La hermética construcción

Voy a proponer, puerilmente, un ejercicio de escritura un tanto hermética. Tiene relación con la creación literaria, sustancialmente poética, se trata de una esquirla, el mero impacto de una idea transformándose en otra cosa, dice lo siguiente:

A sabiendas, por intrépidos momentos cultivamos el discreto encanto de lo sesgado, acaso desarticulaciones que imaginariamente –se disculpará el modo del adverbio– permiten la sutil construcción de un artefacto.

Se trata, es probable, de inacabadas desavenencias evidentemente irregulares, urdidas en mesetas cuya frondosa arborescencia nos impide conjeturar los límites incandescentes del esquema explorado, desavenencias nunca profanadas por la secreta intención de la melodía.

Así, se extienden los ramajes, se multiplican las distorsiones (sí, Lamborghini) y creemos ver, en el epílogo no pronunciado de nuestra sinrazón, un sentido que de forma a lo naturalmente informe, aquello “arrojado” –horadar con fuego el fuego de nuestras crispaciones deletéreas– pronto acusamos unos puntos suspensivos, mientras volvemos atrás para corregir lo no pautado.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Cuando se sabe que no se sabe...

Cansado de todos los que llegan con palabras, palabras,
                                            pero no lenguaje,
Parto hacia la isla cubierta de nieve.
Lo salvaje no tiene palabras.
¡Las páginas no escritas se ensanchan en todas direcciones!
Me encuentro con huellas de pezuñas de corzo en la nieve.
Lenguaje, pero no palabras  

De marzo del 79
Tomas Tranströmer

1° parte:
Acaso me convertí en un mero compilador de rechazos y nimiedades, ofrecí una obra  fragmentaria, me aproximé a jardines abandonados queriendo encontrar en los helechos y madreselvas un tono que revelara cierto desdén por las estructuras y la prosodia. Una biografía escueta, la promesa de un artefacto hecho de palabras y nunca de afectos ni perceptos, nada riguroso, apenas un diario con anotaciones, la fijación de suposiciones desarticuladas, probablemente un mal entendido.

Este fárrago de vanas constelaciones apenas me sostiene, en ellos pretendo ver, bajo mínimas lecturas, un modo sutil de cultivar una seráfica construcción. Tomar nota de mis conversaciones, cuidar la sintaxis, saber que no sé (en definitiva), que eso es todo lo que pueda decirse. Una diminuta y oscura nulidad, y sin embargo los textos “en esquema de relatos”...

2° parte:
Digitar ecuaciones sobre la superficie de las cosas. Trazar un basamento. Me pregunto si acaso los símbolos solo se advierten fijando los sentidos en un punto abstracto, aquello que determina ciertos patrones de entendimiento. Analizar desde las esquirlas el impacto directo de una idea ¿De cuantas capas se compondrá lo que entendemos como realidad?
No pretendo citar sobre encriptaciones o mensajes subliminales, en toda pirámide hay una raíz que luego se desconoce, quedan ladrillos donde antes hubo tubérculos, digamos que la comprensión de las cosas, la única comprensión visible, es ir hacia lo alto.

3° parte:
Ahora escucho de fondo el ruido de una máquina de cortar pasto, intento filtrar ese sonido en esta escritura, como un sesgo, que atraviese un espacio de construcción, finalmente irrumpe un estado de afonía, una atmósfera blancusca, como una bóveda envolvente, nada que infiera un pequeño rapto de palabras filosas, palabras que cortan pasto, conjeturas...

Sin embargo trazo la línea que divide ambos planos, me quedo observando el artefacto de palabras, agrego variaciones, vuelvo a empezar, vinculo un bloque de amontonamientos con algunas nubes grises (una fuga que no es, versos horizontales sin estructura, un hiato como un puente roto, broquelando figuras), luego arrojo una serie de versos que nada dicen del comienzo... y es entonces que empiezo a saber, inclinando el rostro, que no sé cómo pude erigir este sistema de laberintos. Yo ¿qué es el yo? – estoy atrapado en mi propia construcción, de la cual cuestiono toda intervención (esto es lo que viene después, sentarse a conversar sobre lo que se ha hecho, sin que nada de lo explicado desarticule lo articulado).

Cuando se trata de escribir y nada más ¡lejanos tiempos! Mientras los lectores nadan en las variables que nunca se estudiaron. Tan solo se trata de un puñado de aproximaciones estéticas –palabras, pero no lenguaje– y nada por cultivar en la espesura, como cuando nos encontramos con mesetas áridas, plausibles de ser profanadas mientras vamos hacia el horizonte –Lenguaje, pero no palabras

sábado, 16 de noviembre de 2013

Atravesamientos


Detrás de todo esto hay una cortina color ceniza, un televisor que creo estar mirando, la posibilidad de un discernimiento. Me quedo pensando en el hecho de “poder ver” lo que encierra una escritura, se necesita algo más que comprensión lectora y capacidad de esbozar una crítica objetiva (tuve por intención escribir “subjetiva”, bien sabemos que no es lo mismo) y así separar las malezas, desmalezando literatura, planos filosóficos, escuetas construcciones.
Hallar una hendidura, donde poder desbrozar la apariencia de un desasosiego, aquí donde la subjetividad ofrece hilaturas anudando conceptos invisibles ¡bien las hemos visto! destruyendo adjetivos que permitan trazar un relato sin algoritmos, un modo de fijar la realidad, un lugar con murmullos –“porque todo el mundo escucha voces” – esos segundos antes del alba, sabiendo que no estamos del todo solos en este mundo, es entonces que escribo sobre el amor sin mencionarlo, porque todo me ocupa, porque todo me lastima.

Ah! el jardín resplandeciente, las amapolas que se sostienen en la nostalgia, el último trago que nunca bebí, y estos resquebrajos, estos límites que no puedo, estas celdas que no, meras disquisiciones morales, un viento sin nombre, la posibilidad de una esperanza.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Educación...

Hay un video donde es posible escuchar a George Carlin, gran pensador estadounidense de la contracultura, disertando efusivamente sobre la educación, han pasado varios años desde esa presentación, pero su discurso no pierde vigencia ni actualidad, hoy mismo su lectura de la realidad resulta altamente representativa para buena parte del mundo. En este caso menciona que ante la dificultad en el aprendizaje por parte del alumnado, los directores y maestros proponían precisamente bajar la dificultad, cuando la problemática pasaba por la falta de contenidos que habiliten el discernimiento crítico entre los alumnos. Bajar la dificultad implica disminuir la práctica lectora, implica nivelar hacia abajo para llegar a compartir un plano levemente inferior, implica empobrecer el coeficiente intelectual de un país.

Educación...he aquí la palabra.

Es de suponer que al poder político no le interesa una población que pueda pensar críticamente, y que por lo general ocupan su tiempo en hacerles entender, a cada uno de ellos, que forman parte de un círculo cuyos múltiples espacios integrados habilitan la idea de que para pertenecer no hace falta preocuparse, que todos en definitiva tienen el control, que todos son personas libres haciendo libres elecciones.
Es la imagen del control remoto de la televisión, el que lo posee cree que elige los canales que está mirando, pero al tomar decisiones no puede darse cuenta que las está pulsando dentro de un inmenso lugar enrejado...un plano que apenas comprende, que lo que en realidad tiene (tenemos) son dueños que le indican, en forma invisible, que es lo que puede ver, que es lo que puede comprar, que es en lo que puede creer. Titiriteros que montan la inmensa y cotidiana obra, subsumida bajo el enorme control de los medios de la información, que todo lo anestesian, que todo lo imponen.

Existen alternativas claro, algunas pululan clandestinamente en las redes sociales, en quienes difunden meros contenidos independientes cuyas articulaciones muestran otro tipo de realidad, pero he aquí que el poder establecido necesitan trabajadores obedientes, una idea de obediencia basada en la manipulacion de hacer creer que las personas piensan por sí mismas al evaluar o procesar las diferentes informaciones que bajan de los medios de comunicación, un círculo para lo cual se necesitan arquitectos que han logrado diseñar la idea de una felicidad aparente, donde no sea posible advertir la grieta, donde el secreto objetivo es anestesiar conciencias, dispersar voluntades, distraer mentes, mientras el verdadero problema prosigue su curso. Como diría Carlin: "nadie parece darse cuenta, a nadie parece importarle

La inclinada mesa de la desigualdad social...

Vaya preguntarse porque las personas comunes, que cumplen con su humilde jornada, terminan eligiendo políticamente a quienes desde la política burdamente los excluyen, y la respuesta podría encontrarse en la ausencia de compromiso para cambiar la realidad, porque involucrarse implica dejar de lado el control remoto, porque no involucrarse forma parte del extraño mecanismo. A los digitadores de poder les conviene la sutil idea del movimiento inerte, algo que en algún momento activó la simulación de movimiento, para después hacer creer, a los que menos tienen, que la rueda efectivamente gira para tranquilidad de las minorías, y lo que se mueve es el convencimiento de estar formando parte de una construcción que a todos otorgue beneficios, esto finalmente nunca llega, y la vida continúa con algún desencanto, una queja amarga murmurada por lo bajo, saber que mañana hay que volver a levantarse temprano, imaginar un mundo bajo otro sistema más benévolo, acaso una nueva esperanza.

Paralelamente, existen enigmas, y no sabemos quien controla todos los sistemas. Esa ignorancia tiene un candado en alguna parte, no sabemos quien o quienes lo diseñaron, pero si sabemos que nosotros no tenemos la llave.

sábado, 2 de noviembre de 2013

La despedida de Lou...

No se ustedes, pero para mi, descubrir los discos de la Velvet Underground a una edad tardía significó una amplitud del escenario del rock, nuevas formas de comunicar una expresión estética, absolutamente artística, donde confluía la psicodelia, el teatro, las expresiones pictóricas ensambladas a las canciones, los contenidos audiovisuales, y esa voz de Lou Reed, esa locura creativa, acaso salvaje, más tarde resignificada, finalmente aplaudida.
De esas aguas bebieron muchas luminarias del rock, recuerdo un video del tema "heroine" en vivo, en un teatro, los músicos en trance, desgarrando la canción, llevando a la audiencia a un territorio privado, atravesando malezas de lo que acaso creemos comprender.
Un músico en definitiva, un creador.
Leer este texto de su mujer, la igualmente soberbia artista Laurie Anderson, da un poco de ánimo, se trata de un hermoso modo de partir. Fue publicado en el periódico East Hampton Star de Springs, localidad en las afueras de Nueva York. Lo tituló “despedida”...

A nuestros vecinos:
¡Qué hermoso otoño! Todo es resplandeciente y dorado, y hay una luz increíble y suave. El agua nos rodea.
Lou y yo pasamos mucho tiempo en este lugar en los últimos años y, aunque somos gente de ciudad, éste es nuestro hogar espiritual.
La semana pasada le prometí que lo iba a sacar del hospital y que vendríamos a casa, en Springs. Y así lo hicimos.
Lou era maestro de tai chi y pasó sus últimos días aquí, feliz, deslumbrado por la hermosura y la fuerza y la suavidad de la naturaleza. Murió en la mañana del domingo, mirando los árboles, haciendo la famosa forma 21 del tai chi, sólo sus manos de músico moviéndose en el aire.
Lou fue un príncipe y un guerrero; sé que, al escuchar sus canciones sobre el dolor y la belleza en el mundo, muchas personas se sentirán plenas de esa increíble alegría que sintió por la vida. Que esa belleza nos llegue, y nos atraviese siempre.
Laurie Anderson
Su amante esposa y amiga eterna.