sábado, 26 de julio de 2014

Luca


Una noche, lo vi a Luca Prodan entrar en silla de ruedas a un recital, la fecha es emblemática, 31 de octubre de 1987, la última vez que Sumo estuvo en Cemento, y ya nada sería lo mismo.

Salí de aquel templo con la sensación de estar escapándome del pasado, 52 días después de esa noche, Luca se moría con una sonrisa en su casa de la calle Alsina, a una cuadra de la Plaza de Mayo.

Al poco tiempo fui al cementerio de Avellaneda con una rosa amarilla, dicen que el amarillo es el color del olvido, dejé la flor al lado de la piedra blanca de la Traslasierra cordobesa, había botellas de ginebra, cigarrillos y dibujos con aerosol, al año escribí un poema titulado simplemente “Luca”, lo transcribí a un pedazo de madera y un día que no había nadie lo dejé al lado de la piedra, luego supe que alguien se la había llevado, ese día por primera vez me sentí un escritor.

Este es el poema, que preferí no corregir desde entonces, aún con sus imperfecciones, les pertenece, por el recuerdo de aquellos días, tan fugaces, tan candentes, en que todo lo nuevo se había ido, para sentir como propios aquellos versos de Ian Curtis, poeta maldito del rock:

El pasado es ahora parte de mi futuro / El presente se me ha ido de las manos."


LUCA

Sombras de la muerte
Alcanzan la vela
De un hombre pálido.

Cansancio final
Último de los envejecimientos.
El niño ya juega con los ángeles
En un trono de barro.
Donde cascadas y serpientes caen hacia la noche.
Enlazados de misterio, de amor frágil
Y afecto infinito.

Monstruos del ritmo.
Un hálito de visiones encumbra al soñador
Al mágico alcohólico de la nada,
Al mito viviente en un calmo vestigio.
Sonriendo como un niño
Como un desvalido de la tristeza.
¿Donde irás en aquel pálido reino del umbral?
Bendita es la gloria que dejaste
Allí donde rotas botellas inmolan tu presencia
Y la eternidad se pasea ensoñada en tu cuerpo tieso.

No olvido las noches de Cemento
Arrastrado en una silla de ruedas
Pintado de brea hasta los pies.

Tu dulce heroína
Y tu soledad errante.

No olvido la húmeda muerte en un hosco resquicio,
Vulnerado de los cielos en que naufragaste
Para volver, cuan mágico salvador,
A la luz más ínfima.

El hombre ángel flotando a solas
En una vela de hierro.
Es esta tu benévola alma, desnuda en seda
De suaves despojos.

¿Reirás en el mas allá cuando todo acabe?
Hasta pronto.
Quizás te canses de tanta sabiduría
Y regreses, reclamando un cuerpo y un vientre de luna.
Enmendado de los dioses
Que sacuden su existencia con el llanto de un demonio.

Te aceptaremos como un épico Romano
Enlodado de palmas y sórdidos clamores.
Gritando en la agonía hasta descerrajar la piel
Como una triste canción en un océano piadoso
Sin despedidas...

Réquiem para un coloso.

Blandiendo su destello
Con las huellas de un cristal.

sábado, 19 de julio de 2014

Espiral


Las obsesiones son pocas en quien escribe. Siempre pienso en la imagen de Sor Juana, quien definió la belleza, a mi juicio de un modo perfecto: cuando dice que es una espiral, es decir, no es algo cerrado, como decían algunos poetas ingleses del siglo XV que alababan el círculo. Es algo abierto que cada vez se abre más. En ese sentido es una búsqueda, una escritura.
Juan Gelman

Estoy buscando el tiempo donde ha de ocurrir el vértigo amarillo del piélago nunca comprendido. Acaso razones que los actos suponen inútiles. Me recuesto sobre una silla de mimbre para fumar un habano y mirar la única estrella de la noche. Pienso en las volutas de humo mientras el destino es un mapa con líneas trazado en las manos, y no hago otra cosa que bajar la persiana haciendo de cuenta que me voy a dormir, cuando sé que estaré horas mirando el techo.

Acaso será que siempre me creí destinado a entenderlo todo, a construir sentido desde un faro abandonado, donde la humanidad nunca se estrellará contra las piedras del olvido.
Amanece en alguna parte, me abro camino entre la espesura, buscando belleza en un basural, mientras se urden en espiral las incongruencias de siempre.

Ayer pensé que sería distinto, por un momento la brisa dejó entrever una sombra que se parecía a la mía, caminaba sin prisa, con un sombrero un poco largo, casi una galera, pero un viento frío me cortó la cara y me detuvo sin dejar de caminar. Era uno más atravesando el portón de la rutina. El sol ya doraba los pórticos y filtraba una brizna entre los helechos quietos.

Cuando miré para atrás, vi que mi sombra recogía del suelo un sombrero que parecía mojado.

sábado, 12 de julio de 2014

Juventud


Las voces instructivas exiliadas...La ingenuidad física amargamente sosegada...Adagio !Ah!, el egoísmo infinito de la adolescencia, el optimismo estudioso! !Cómo estaba el mundo lleno de flores ese verano! Los aires y las formas agonizantes...!Un coro, para calmar la impotencia y la ausencia! Un coro de vidrios de melodías nocturnas...En efecto, los nervios pronto van a fallar.

Juventud (Parte III) de las Iluminaciones, Arthur Rimbaud

Elijo el texto al azar, algo que está por ocurrir, una vista leve al entorno invisible, el vidente atravesando un campo de flores, la calma que antecede lo inextricable, el coro que destroza lo aparente, menos una certeza que un deseo del poeta, la nada que finalmente ocurre, y todavía en la vida!

sábado, 5 de julio de 2014

Sintaxis


Ser consciente de los elementos sintácticos que delimitan los esquemas líricos del poema, y la prosodia, que licua los bordes acaso expresivos donde se fragmentan los componentes marginales de los textos. Hallar en la sintaxis un ordenamiento y una concatenación, donde sea visible el trabajo con las palabras.

Así las cosas, la disonancia elabora algoritmos desde una periferia, donde el último verso es el epílogo de una película que se abandona.