Las obsesiones son pocas en quien escribe. Siempre pienso en la
imagen de Sor Juana, quien definió la belleza, a mi juicio de un modo perfecto:
cuando dice que es una espiral, es decir, no es algo cerrado, como decían
algunos poetas ingleses del siglo XV que alababan el círculo. Es algo abierto
que cada vez se abre más. En ese sentido es una búsqueda, una escritura.
Juan Gelman
Estoy buscando el tiempo donde ha de ocurrir
el vértigo amarillo del piélago nunca comprendido. Acaso razones que los actos
suponen inútiles. Me recuesto sobre una silla de mimbre para fumar un habano y
mirar la única estrella de la noche. Pienso en las volutas de humo mientras el
destino es un mapa con líneas trazado en las manos, y no hago otra cosa que
bajar la persiana haciendo de cuenta que me voy a dormir, cuando sé que estaré
horas mirando el techo.
Acaso será que siempre me creí destinado a
entenderlo todo, a construir sentido desde un faro abandonado, donde la
humanidad nunca se estrellará contra las piedras del olvido.
Amanece en alguna parte, me abro camino
entre la espesura, buscando belleza en un basural, mientras se urden en espiral
las incongruencias de siempre.
Ayer pensé que sería distinto, por un
momento la brisa dejó entrever una sombra que se parecía a la mía, caminaba sin
prisa, con un sombrero un poco largo, casi una galera, pero un viento frío me
cortó la cara y me detuvo sin dejar de caminar. Era uno más atravesando el
portón de la rutina. El sol ya doraba los pórticos y filtraba una brizna entre
los helechos quietos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario