sábado, 25 de octubre de 2014

El problema del poema


El problema del poema.
Alguna vez concebí tal improperio
Instalar prerrogativas por disquisiciones prosaicas aquellas rígidas estructuras–palabras eliminadas por razones musicales o estéticas, acaso el horadar de lo mancillado,
Origen que antecede toda concepción.

Hurgar en los vericuetos “técnica” que consistía en fugar hacia una ruptura–
Tensar el poema, que es como decir “profanar los esquemas orgánicos de las disyuntivas”
He allí la ecuación, de la que solo se sale por un método de hilación semántica.

Así, alguna vez advertí la invertebrada dicotomía, de un plano apenas frecuentado.
Versos no alcanzados por la vana comprensión ¡ah! los promontorios...

Todo era visible en el poema.
El cielo se podía hacer con algodones pegados sobre un fondo de cartón celeste, la idea de horizonte no representaba ningún imponderable; no poseía alambrados ni cercas mal pintadas.
Lo efímero del poema duró lo que un puente tarda en anudarse, una caída de sol inclinando las violetas, me perdí en ese valle mientras las respuestas estaban en otro lado.

Me acosté en la hierba, anclado en un bote apenas alcanzado por las nubes.
Volví a cuestionarme la construcción.
El problema del poema.

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