sábado, 24 de enero de 2015

Cabo Polonio


Casas empotradas en la arena, escolleras invisibles que ensordecen en los altos parajes, entre dunas silentes cubiertas de escamas, la piel tatuada del sol broncíneo, huellas de nadie, banderas roídas por el viento, y el sol que todo lo clausura.

Las serpientes reptan hacia un médano blanquísimo de luz, los muertos y los fantasmas arrojan sus redes al oceáno, redes negras envueltas en caracoles y peces cantantes, la orilla interminable entre los páramos verdes y el faro, detrás de lo absorto, inmaculado y distante.

Todo lo que queda, de aquí en más, es un largo camino de sal, cubierto de arena.

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