Luego de estar un instante conectado a una escena pletórica –la
mesa tendida, la luminosa empatía, donde también soy- me encuentro ensimismado
en pequeñas celdas rectangulares, donde simplemente surgen destellos de
imágenes concurridas del poema no nacido, se trata de un cuadro sin marco,
arrojo pinturas, una pradera poblada de margaritas, un puente donde abrevar el
reflejo perplejo –la vertical melancolía- horadando un tiempo que ya no es y
una canción que nadie recuerda.
¿Dónde callarán esos trazos inconclusos, esa opereta sin bufones?
¿Dónde los versos aparentes en el aparente simulacro?
Los ojos enrojecen, el cansancio todo lo clausura.
Así me
inclino, cuando todo lo que quiero es dormir.
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