sábado, 25 de abril de 2015

La construcción


La construcción es, cuando menos, arbórea.
A veces una entidad es anulada, conservando su existencialidad, porque acaso insustancialmente lo perpetuado será desbrozado en algún entendimiento.
Se cumplen ciertos desasosiegos con sus estructuras y su ontología a cuestas, y si acaso se contemplase la incomprensión de algún concepto, la sola desventura propiciaría otros artefactos a desollar, nuevos laberintos de un plano que va mutando en otra cosa, conforme pasa el tiempo con sus variables y su arquitectura impar.

Hacia esos vericuetos trasunto mis equívocos pretendiendo algo que me excede.

sábado, 18 de abril de 2015

Dentro del poema


Usted cree demasiado en la poesía, le espera una vida difícil. Yo también creo, pero desde la resignación. El misterio de la poesía nos saca de la influencia de la carne y nos permite esperar la noche divina. Soy un poeta que ya no busca las palabras, sino el verbo...

De Jacobo José Fijman

Alguna vez vi algo que no escribí. Tuve conciencia de la consecuencia si aquello salía a la superficie, y me aparté.

Con el tiempo, me arrepentí de no haber sido, me bastó saberlo. Guardé mi vida como un rollo de papel, cumplí con una tarea, cuidé mi jardín.

Probablemente Figman lo supo, pero el cruzó el umbral, tuvo a su corazón en una mano, le cayeron algunas gotas de sangre que no le importaron, y se perdió dentro de sí mismo.  Aún hoy se recuerdan sus versos, a pesar de haber pagado un precio, a medio camino entre la iluminación candente y el brutal desasosiego de su mundo vulnerable, en ese lenguaje ajeno que semejaba una liturgia.

He aquí una de sus clarividencias.

Mi creencia de que la poesía es la posibilidad del hombre para vencer el miedo a la locura y a la muerte surgió tras la lectura de Los cantos de Maldoror, (del conde de Lautréamont). Diría más, un secreto que he mantenido hasta hoy. Yo, a pesar de todo, quiero al conde de Lautréamont. El me conoce. Como juez he tenido que verlo. Tenía ojos celestes de gato. Alto, varios metros. La piel azul y las manos huesudas. No hizo en su corta vida con su obra otra cosa que mostrar su desesperada necesidad de amar. Exaltaba el mal porque no soportaba la hipocresía del bien. Me pidió que no lo olvidara, que intercediera por él ante Dios, que es mi amigo. Hace un tiempo nos encontramos en otra región. El estaba como despojándose del sueño, con agua y con algas, pero no con peces. Los peces se habían ido. Se mantenía muy quieto, acostado en el mar. Yo caminaba sobre las aguas y lo llamé: “Lautréamont, Lautréamont”, le dije, “soy Fijman”.

miércoles, 15 de abril de 2015

Galeano


Va cayendo la tarde en Montevideo, toda Uruguay no habla de otra cosa, o más bien, no calla otra cosa, que la muerte del más latinoamericano de sus escritores. Eduardo Galeano se ha ido, vaya a saberse donde, detrás nuestro la orfandad parece un fuego. Alguna vez dijo que somos historias y es cierto, esa rara costumbre humana nació desde el fondo de los tiempos, y el tuvo la particularidad de nacer a cada instante, en el recuerdo de quienes se sintieron amparados con sus relatos. Verbalizó al Che como un “nacedor”, y tal vez esas palabras puedan aplicarse a su figura:

¿Por qué será que el Che tiene esta peligrosa costumbre de seguir naciendo? Cuanto más lo manipulan, cuanto más lo traicionan, más nace. Él es el más nacedor de todos.
¿No será porque el Che decía lo que pensaba, y hacía lo que decía? ¿No será que por eso sigue siendo tan extraordinario, en un mundo donde las palabras y los hechos muy rara vez se encuentran, y cuando se encuentran no se saludan, porque no se reconocen?

La noche va cayendo en Montevideo, y en buena parte del mundo no se habla de otra cosa, o más bien, no se calla otra cosa, que la muerte del más latinoamericano de sus escritores.

Vayan todos los que puedan, que el tiempo marcha volando, y entre todos, en silencio, junten palabras para nombrarlo.

sábado, 11 de abril de 2015

Vaivén


Cencerros amarillos que apenas arrullan el vaivén del crepúsculo, me inquieta esa lenta despedida.
En las calles trinan algunos pájaros, la herrumbre lejana, con sus persianas ocres del invierno invisible.

domingo, 5 de abril de 2015

Apenas


Un encanto de campanas violetas y flores amarillas, la brisa que subleva las horas luminosas y tardías, el crepitar de un fuego ajeno, erguidos y lánguidos capullos que pierden su nombre apenas los nombran, en el día claro y perpetuo.

Apenas soy yo.

Esta sombra bajo el campanario de tejas como hojas de palmera, que el viento no desprende a pesar de los recuerdos.