sábado, 31 de octubre de 2015

El invisible mundo


Muchas veces busco entender el porqué de la línea ínfima que se pierde en un ovillo escabroso, rotas las puntas de todos los lápices, semejando el laberinto que nunca descubrí, el porque del poema que no pude terminar.

Pero sé que mientras haya en aquel fondo un árbol de flores violetas todo tendrá sentido.

Las pequeñas cosas de mi mundo invisible.

sábado, 24 de octubre de 2015

Donde todo es guardado


Vi el núcleo, el centro blanco, donde están guardadas todas las cosas...

Así empezaba el relato que traspasó un segundo mi rutina, un poco de luz en el espejo de la hoja plateada, el plano que oblitera la antesala del poema, mientras el devenir se aleja entre una hilera de lapachos en flor

soy yo” me dije, “soy yo”, el espantajo...

Las carreteras tornan pálidas todas las conjeturas, siento el temor de la sed, tratando de entender para que sirven los relojes, todo aquello que se mide, que cumple una función.

No sé cual es mi acto, la cortina roja y polvorienta oculta los rostros sostenidos por estacas, “hay una razón” me digo, avanzo unos pasos en el pasillo luminoso, lo primero que miro es la madera del suelo, los bloques de madera lisa, una voz sorda abre el círculo invisible, un cuerpo avanza y no soy yo, hice de ese espacio el sentido de mi existencia, la voz que pronuncié era un chillido...

Pupilas tiesas en la primera fila, la vista se pierde en una peluca rosada con un ojo gigante, el excesivo maquillaje de una anciana, la pollera que coció con bordados violetas, la vida que se iba en algún lado, y añorar después de todo, estos cuadros oníricos de películas que nadie recuerda, estas cosas que juntan tiempo.

lunes, 19 de octubre de 2015

Lo que no puedo alcanzar


Últimamente inicio ciertos textos con verbos en infinitivo, luego de este “recurso”  el hilo se extiende entre meandros sinuosos buscando bordear los páramos del poema, en todo este tiempo consigo vadear un puñado de conjeturas mientras el ejercicio de la palabra me deja estancado junto a una orilla, no hay momento en que no ocurra, estoy en un bote que parece visible, el leve discurrir del agua golpea en los remos, pienso en el devenir, iluminado bajo la débil claridad del sol entre los pastizales aplastados del camino, consigo ver hacia que lado se pierde el umbral, porque la poesía sigue su curso entre los ríos ocultos, porque una vez más no puedo alcanzarla.

sábado, 17 de octubre de 2015

Leyendo a Borges...


Me interesó este planteo de Martín Kohan en torno a los "mecanismos de intervención de los escritores tanto en la esfera pública como en la manera de construir narrativas que sobredimensionan la primera persona", tal vez porque he visto en algunos casos esa disyuntiva de venerar lo que en el fondo no se lee o se dejó de leer hace tiempo, y el ejemplo concreto recae en Borges, del cual valoraría nuevas relecturas tal vez imposibles de hallar en contextos donde las personas frecuentemente exhiben lo que viven y lo que son, o como diría Kohan "el que escribe y lo que se escribe son una y la misma cosa”.

Que el público idolatre a los escritores desde otro lugar (abordándolos por ejemplo en festivales de literatura como el reciente MALBA) no garantiza ciertamente la inmediata lectura de sus textos, volviendo al ejemplo de Borges “La admiración venerativa de su figura superaba con creces la disposición concreta a leer sus libros”, recordó Kohan, “Venerarlo y no leerlo, o venerarlo para eximirse de leerlo, llegó a ser un implícito literario.”

Acaso tengamos que recordarnos lo que subrayó el autor de Ciencias Morales, que la verdad del escritor “no está en otra parte que en su escritura”, cuya práctica nos permita abordar la pregunta que se hizo Josefina Ludmer en uno de sus tantos textos sobre crítica literaria (de donde incluso Kohan fue alumno):

¿Como salir de Borges?

sábado, 10 de octubre de 2015

Apuntes sobre trazos


Hago trazos, junturas de oleos negros que desplazo en una superficie blanca, fijo un lápiz apretando la punta hasta formar un cráter de carbón, me quedo observando el margen de la hoja, donde llega el vértigo mudo de un chirrido, inclino lo sopesado en un páramo de tonos grises, una brizna de claridades en un arroyo cuya infancia ha fenecido, pienso que se trata de pájaros...

Nada sale del plano, pequeña caja de cartón pintada con manchas de acuarelas, nada discurre porque así lo he decidido, lo labrado tiene contornos desfigurados por las teorías que invariablemente surgen, al final del pasillo alguien discute sobre el canon literario, parece una clase donde se venera lo que no se frecuenta, como un círculo dentro de un círculo, lejos del núcleo, interpretando interpretaciones.

En el papel manchado de pintura, el trazo termina en un signo. Tiene la forma cóncava de una interrogación. Tan incierta como profusa.


Nadie lo ve.

domingo, 4 de octubre de 2015

La teoría de la oscuridad


Ponerse un pasamontañas a la hora de crear un espacio artístico, permite en cierto modo la posibilidad de elaborar contenidos sin necesidad de tener que utilizar un freno de mano, esto puede darse con los poetas que desean exponer en laboratorios literarios lo que piensan de la literatura, si tal cosa ocurre desde la intención de ocultar la identidad no es algo que esté bien o mal, es una elección, donde se prioriza la construcción de artefactos en un contexto determinado.

Es entonces cuando pienso en este personaje conceptual (al igual que los Residents, "enmascarado") que a veces dice lo que su autor no está seguro de admitir o argumentar, y que ya parece tener entidad propia, no en el sentido de la relación que un titiritero pueda tener con su títere, sino en la probable construcción de sentido que solo parece concebirse bajo la anónima adscripción de un recinto pasajero.

Sea tal vez un extraño signo en medio de tantos espejos luminosos, donde busco mostrar otro modo de hacer las cosas, como ya hace años que viene sucediendo, en el que un poeta elige escribir desde el anonimato, ilustrando lo que dice con los dibujos de su hijo.