domingo, 29 de noviembre de 2015

El lento discurrir


Luna llena en el patio de casa, la línea del cable telefónico atraviesa las pequeñas nubes que pronto comienzo a olvidar, es la parte de la noche en que me recuesto a pensar lo que quisiera hacer al otro día, o al día siguiente, un whisky en una mano y un habano en la otra, y la tierra que gira alrededor de una circunstancia.

Pronto la línea atraviesa la luna incandescente, la infancia plateada desde cuyas huellas desandé los innumerables atavíos, el perpetuo discernir de lo que nunca exclamaré (y he aquí me deuda sin pagar, preguntándome quien es el que me interpela en esta soledad de laguna quieta, este discurrir sin sombra).

Así las cosas, miro la luna entre las volutas de humo, el único poste la transforma lentamente en un eclipse, desde donde observo solo hay claridad, y ganas de empezar algo nuevo.

Y antes que me olvide, comparto una faceta poco conocida del gran Alberto Laiseca, la poesía...

El crecimiento de las grandes aguas

Por ti me he vuelto extravagante
como un diablo extranjero.
Miro tus ojos y veo florestas oscuras con algo de amarillo.
Senos infantiles pero de inmensos vértices;
pies diminutos y perfectos.
Entre tus piernas una pequeña Diosa China desnuda.
Cuán clamoroso el brote de bambú,
el marfil rosado,
con que la deidad se corona
como atributo divino.
Me fascina tu pelo negro
sobre la convulsión marrón de los tapices.
Pero Grandes Oídos captan el roce de los dedos
antes de que éstos lleguen a tocar la piel.
Te miro en público y mi corrección se altera.
Sé demasiado bien que múltiples ojos lo registran,
mientras las verdes aguas de la vergüenza
amenazan tragarnos.
No comprendo por qué,
a causa de mi condición femenina,
y de tu Origen Celestial,
sería mal visto si dijese
que eres encantadora.


Poema escrito por una cortesana desconocida del palacio de Nancia a la Reina.
 

sábado, 21 de noviembre de 2015

Cada celda un poema


Buscar lo diametral, palabras que en el texto inclinen el eje de todas las balanzas, un vértigo que se tensa dentro del plano invisible. 
Retumbo que apenas es posible discernir.

Hacer un poema con celdas, cada celda un poema
que haya comunicación entre cada poema, que se puedan relacionar bajo un perímetro semántico, los poemas de arriba y los de abajo, los poemas siguientes, la misma medida, el mismo fondo, tejer relaciones hexagonales entre los textos, escribir en papel,  juntar las celdas de los versos, el núcleo de las concatenaciones

Que lo pautado en la periferia tenga sentido de periferia.

domingo, 15 de noviembre de 2015

El infinito aprendizaje


“Pensé entonces, con frecuencia, que si me hubieran hecho vivir en un tronco de árbol seco, sin más ocupación que mirar la flor del cielo sobre mi cabeza, me habría habituado poco a poco”

Albert Camus, El extranjero

¿Cuándo fue la última vez que aprendiste algo?
La pregunta no adscribe a una concepción canónica del tiempo, en algún punto su autoría me pertenece, porque en circunstancias propias de la opacidad tuvieron el destino de una parábola, recuerdo haberla pronunciado mientras la vida era reflejada en el espejo retrovisor de un recuerdo que se alejaba, esta vez me hice la pregunta mientras contemplaba la ventana de un micro que atravesó el lejano atardecer de un campo poblado de zarzas.

¿Cuándo fue la última vez que aprendiste algo?
-ayer leí sobre el Haka, los diferentes tipos de ceremonias que contemplan diversos significados tribales...
-Eso solo fue una noticia que leíste, no indagaste en el relato, no revisaste ninguna fuente
-la pregunta se reitera

¿Cuándo fue la última vez que aprendiste algo?
-Hace unos 6 meses, tal vez un año, leí diez capítulos de un libro sobre la creación de conceptos filosóficos
-el de Deleuze-Guattari...
-nadie te lo explicó, solo interpretaste lo que creíste entender
-no respondiste la pregunta

¿Cuándo fue...?
- no lo recuerdo

Ahora sí podes seguir mirando la ventana...

sábado, 7 de noviembre de 2015

La brisa que perdura


Sin saber si el tiempo se pierde en esta hojarasca que recojo, mientras los murmuros se aquietan ante el viento de la memoria, el silencio de una sombra que se posó en el barranco de su infancia, cuya brisa aún perdura entre azahares y magnolias, y nunca supimos como continuar, porque nada nos dijeron, si acaso eran ciertos los destinos que se dibujan en un papel...