Después de un instante de silencio, acaso
apacible, percibo el aroma de las hortensias. Se me ocurrió la idea de mirar
las copas desde abajo, con el crepúsculo de los nubarrones borravinos los
pétalos parecían cultivar en sus bordes un tono amarillento, como si un sol de
mediodía las reflejase pálidamente desde adentro.
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