El áureo espantajo
sábado, 23 de junio de 2012
El poema que no termina
En el año 2000 divagué en torno a un poema, lo habré escrito en tres minutos, era sobre una mujer que no llegué a conocer (en todo caso la vi en un sueño impreciso y ahí quedó, en esa especie de limbo onírico cruzado de sombras), por 12 largos años el poema fue variando sin alcanzar su forma definitiva, sin embargo no supera los 12 versos.
¿Cómo es posible?
Avanza sin un punto de fijeza, y descorre intentos a su paso, desvaneciendo las precarias correcciones.
Ojalá nunca lo hubiera escrito.
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