Irse de sí mismo, sin saber que se sabe, huyendo
hacia la alquimia de un verbo del cual desconocemos el predicado, una palabra
cuyo referente dependa del contexto lingüístico, como los pronombres, revisar
todo eso que parece decirse y que sin embargo se olvida.
Huir sin hallar un bosquejo donde encontrarse, hasta que te das cuenta
que nadie puede huir de sí mismo, allí donde uno va, hay espejos que nos
deforman la mirada, y silencios que resuenan en el viento que las casas
despiden, los espacios que habitamos y que como esclavos recorrimos en aparente
libertad, el futuro siempre delante, la sonrisa ingenua.
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