En
el verso algo le ha sucedido a la inteligencia. En la prosa la inteligencia ha
encontrado un objeto para sus observaciones. El hecho poético preexiste. De “El arte de la poesía”, Ezra Pound
Decía
Pound que toda crítica debería ser “admitidamente personal”, no se percibe como
una contribución reducir la lectura de poemas a un conjunto de adjetivos, o en
todo caso, puede significar una contribución en sí misma que todo crítico deba dar
información acerca de las fuentes y límites de su conocimiento.
“la
literatura sobre literatura es literatura” escribió alguna vez Martín Gambarotta,
esos artefactos reflexivos son los que justifican el ejercicio de la crítica
literaria, y por otra parte, tal como lo expresó Rodolfo Alonso, citando a Baudelaire,
vale recordarnos que “todo poeta esconde a un crítico”, y es un tanto más difícil
que ocurra lo contrario.
Lo penoso que resulta iniciar una construcción, tal
como lo sentenció Gilles Deleuze, habilitando de algún modo el entendimiento
por la experimentación y transformación, sin estructuras fijas, sin preceptos que
dejen en alguna periferia las disrupciones y asimetrías, sin prólogos que
tengan por única tarea correr el telón para que se inicie la lectura.