martes, 31 de enero de 2012

Sobre la verdad...


La verdad es un camino plagado de huellas, uno busca con su propio ropaje aquello que supone una elección, y lo que encuentra son encrucijadas, y decidir por una variable resulta abrumadoramente incierto. En eso se va la vida, hay quienes hacen un postulado de estas disyuntivas, y encuentran luminosos centelleos que los guían en la toma de filosóficas sentencias, y a veces, ese camino de las verdades frecuentadas no es más que un laberinto poblado de elecciones y decisiones. Así las cosas, puede ser terrible tener conciencia que cada momento prefigura un recorrido cuyo destino se encuentra anclado en una constante. Que siempre habrá un plano mayor que delimite los contornos de aquello que suponemos debe ser toda verdad. En todo caso, se escribirá en plural lo relativo que somos y lo inaudito que desconocemos, así se perpetuarán historias que vertebrarán el concepto de memoria. Nunca sabremos en que celda habitará el vórtice de nuestro desgarrado aullido existencial.

sábado, 21 de enero de 2012

Sobre la construcción de conocimiento


"En el alma de un ignorante hay siempre espacio para una gran idea"Oscar Wilde, De profundis

Luego de haber leído una entrevista a Diana Bellesi, me dejó pensando la frase de un albañil cuando, después de ver la chapa defectuosa con la cual una artista armó una obra de arte, ante la pregunta de la autora sobre qué significaba para el lo creado por ella, el albañil contestó: "un silbo en el aire".

Se sabe que el pensamiento no es privativo de nadie, todos en esencia somos capaces de pensar, y cuando alguien refiere algo no lo hace solamente desde el conocimiento tácito adquirido, sino que también le agrega capas, atmósferas, vericuetos o tintes ideológicos que lo hace singular y diferente en cuanto a la construcción empleada para significar un concepto o idea. En lo personal me interesan aquellas bibliotecas donde los bibliotecarios agregan notas marginales a los registros ingresados, logrando que dicho documento esté constantemente actualizado, y para lo cual se requiere un ejercicio colaborativo e interdisciplinario.

Es por esto que la reveladora cita de Oscar Wilde encierra un mundo en sí misma, ya que todos, en definitiva, podemos aportar una construcción literaria, política, social, incluso desde un silencio estético es posible provocar adscripciones colectivas. Hay quienes, sin comprender el plano, se acercan a la periferia de una idea, y esbozan algunos argumentos que se transmutan en la tela formando un tejido homogéneo y coherente, transversalmente enriquecido.
Así se construyen paradigmas, completando celdas del entendimiento, poblando disyuntivas y artilugios discursivos con hipótesis y potenciales ecuaciones semánticas.

De algún modo se trata de comprender el devenir del tiempo histórico que nos toca dilucidar, y no hay mejor modo que produciendo conocimiento, acercándonos desde la incertidumbre, vertebrando disparidades y verdades relativas.

Después de todo, solo se trata de aprender.

domingo, 15 de enero de 2012

Mar de ajó


Hace bastante tiempo que deseaba indagar sobre la historia de algunos balnearios del partido de la costa, conozco Mar de Ajó pero nunca me tomé el trabajo de recoger testimonios o buscar artículos sobre sus orígenes, salvo algunas lecturas sobre la historia de los naufragios que tejieron singulares leyendas de barcos anclados en la memoria y el olvido, lo demás era un desconocimiento bibliográfico que deseaba desentrañar. No hice mucho, salvo ir al museo y comprar un par de libros sobre la historia de Mar de Ajó, uno de ellos, titulado Raíces en la arena: 70 años de Mar de ajó, de la escritora marplatense Catalina Edith Treppo [Entre líneas ediciones, 2005], rescata testimonios y entrevistas realizadas a los primeros pobladores y familias de la zona, allí supe que algunos pioneros iban al puerto de Buenos Aires a esperar los barcos llegados de Europa, para ofrecerles trabajo a los inmigrantes, quienes llegaban a la playa Margarita (antiguo nombre de la actual Mar de ajó), enarbolando un sentido de pertenencia ante esa metáfora de la nada que era todo aquel universo. Hay algo en este paraje que puede cerciorar una evidencia: Mar de ajó se originó juntando ideas con necesidades. Esto lo ha sabido interpretar la autora a través de un libro que ofrece numerosos testimonios de familias, recuerdos indelebles y costumbres de época.

El otro libro que leí pertenece a Adriana Silvia Cristina Pisani, se titula Desierto de mar: historias de otros tiempos en las playas de Ajó [el autor, 2007] donde recoge testimonios orales de los primeros habitantes, los transportes de carga, los hoteles de la costa, la iglesia, el faro, los artistas locales y una interesante descripción de los barcos que naufragaron (se sabe que en Mar de ajó encallaron la mayor parte de los barcos hundidos en el partido de la costa, entre ellos el Margaretha en 1880, el Vencedor en 1936, el recordado Anna en 1891 -injustamente desmantelado en el año 1965- el buque argentino Triunfo en 1941 y el vapor alemán Karnak en 1878 entre los casos más conocidos). A esto se suman diversas lanchas y pesqueros que junto a sus tripulantes corrieron idéntica suerte, dando nacimiento a la leyenda y al mito.

Me pregunté cómo fue posible, a paso de carretas y sueños invencibles, construir una historia cuando todo lo que hubo siempre fue agua y arena y un largo camino hacia el infinito. Vi una foto del año 1953 en el exacto lugar donde ahora estaba parado, y lo que la imagen mostraba era un bosque y la entrada de un hotel, a metros del mar, inmaculadamente blanco y colonial, casi 60 años después, las casas se amontonan y nadie parece advertir la longevidad del hotel como tampoco el trazado de las calles y los árboles vencidos por el viento del este.

Cuántos testimonios inconclusos, cuanta soledad forjada a pala, arena y cemento, cuánta añoranza rodeada de lo inacabable, cuántas huellas hacia adentro y hacia delante. Decir que todo eso es Mar de Ajó es como decir que todas las conchillas de mar fueron recogidas y clasificadas, solo son historias de una sola historia, la que se hace con voluntades y utopías, con silencio y esperanzas. De algún modo aquel espíritu quedo tallado en aquellas casas de verano, recorrer sus calles a la hora de la siesta tiene un encanto particular, intentar llegar caminando al faro una aventura siempre pendiente. Será por los barcos hundidos o los jardines abandonados de las casas secretas, será por los viejos mercados que ofrecen fruta y bebidas, será por sus edificios blanquecinos o por su eterna escollera, que estar en estas orillas me retrotrae a lo más puro y verdadero, aquello que el paso de los años transformó en un mito, el lugar donde los sueños siempre se cumplen, habitando lo esencial y permanente.

Creo que hay poetas en Mar de Ajó, alguna vez en una librería de la peatonal me confiaron esa evidencia, imagino el mar de aquellos versos, bien o mal, nadie les podrá quitar propiedad sobre algo que los acompañó desde siempre.

Lo demás es viento que nunca se apaga, huellas que el mar se encargará de olvidar, y un crepúsculo que se parece a la infancia.