Desde
aquí se puede ver el jardín (jardín del jardín), al jardín y al hombre que se
escribe con los años, años del hombre dedicados a escribirle a un jardín, ocupados
en parecérsele, terminan por ser años, por ser pausas de jardín. A estas horas
de la mañana en que hombre y jardín lentamente se reciben de intemperie, las
noticias se espacían, entre los canteros se lee una ausencia, la huella de cartas
que no llegan, de cartas que nadie manda.
De “Diario
de Eleusis”, Arnaldo Calveyra
En
este último tiempo, en donde no encuentro espacios para las ideas, leer esto me
parece algo nuevo, como si el poeta dialogara con lo que va siendo creado, y a
su vez, lo creado cobra otra entidad, se aleja lo suficiente para formar parte
del poema. Es como si todo ese ejercicio fuera concebido para saber por qué (y
en qué momento) nace el poema. El modo en cómo el autor lo resuelve es alentador,
despoja la paradoja, segundos antes de la pregunta que probablemente hagamos
cuando el jardín se ponga en movimiento.