Me aparto un poco de la borrasca, mientras las intermitencias literarias quedan ancladas entre los conceptos de imbricación y desbrozamiento, donde a veces quedo enredado.
Dediqué
un breve tiempo a la reciente autobiografía de Daniel Melero “Incierto y sinuoso”,
tanto por la información musical como por los conceptos urdidos en su
exploración hacia lo intangible, y sobre todo me interesó cuando manifestó la
necesidad de crear “Catálogo Incierto”, un sello de bandas under que a fines de
los años 80’ estaban ocupando toda una escena emergente.
Siempre
me sentí atraído por la noción de artefacto dentro del plano artístico, así sea
un libro cartonero, así sea un cassette, como los que hacía Reynols en sus inicios
(a veces pienso que fueron los únicos que entendieron perfectamente lo que
significaba la experimentación creativa de los sonidos, liberados estos del formato
canción), mientras que los demás músicos fueron enciclopedistas (o simplemente
respetaron el formato impuesto por los sellos y los medios de comunicación), la
banda de Tomasín -el baterista y poeta que habla con palabras inventadas-, fugó
hacia adelante en términos de ruptura con todo lo preconcebido, fueron libres en el mejor de los
sentidos.
El
emprendimiento anárquico de Catálogo Incierto documentó de algún modo lo que se
estaba gestando a fines de esa década en Buenos Aires, hay una definición del
líder de los Encargados que dimensiona el sentido de lo creado:
“precisamente
la búsqueda de no ser un sello discográfico le otorga la fuerza que necesita:
va a ser finalmente un sello cuando deje de existir. Cuando haya ediciones limitadísimas
y míticas, cuando se sepa de la existencia de ciertos discos aunque nadie los
tenga”.
Catálogo
Incierto se fue gestando con la venta de cassettes a través de afiches o panfletos,
especialmente en los recitales, para Melero, una tirada de 20 cassettes ya equivalía
a una edición. Estamos hablando de objetos únicos, irrepetibles.
En
esa suerte de logia heterogénea, a decir del cantante, no solo se produce
música sino que se generan trabajos actuados, sonidos sampleados para un
ballet, obras de teatro, el espectro se complejiza.
Una
escena recrea la comprensión del proyecto, ocurre cuando Daniel Melero le dice a
Fidel Nadal, cantante de Todos tus muertos, que ese cassette que acababan de
mezclar estaba destinado a ser un objeto histórico del rock.
Yo creo
que el tiempo le dio la razón.
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