Corro junto al mar
y las gaviotas, petreles,
albatros o como se llamen
levantan vuelo y caen
un poco más allá.
Vuelvo a correr, vuelven a volar
y a bajar
y cada vez son más.
Corriendo junto al mar
al amanecer
invento las aves del mar.
Corro
junto al mar, de Héctor Viel Temperley
Pocas veces me ha pasado de que aparecen las imágenes a medida que avanza la lectura, es como si se abriese un marco en donde las palabras prefiguran el contexto de algo que se va pintando, en ese amanecer en que las aves eran inventadas mientras se alejaban, así sean gaviotas, petreles, albatros, o como sea que se llamen.
Y es que el día en que la poesía no importe en este mundo, no habrá nadie que pueda entender la visible permanencia de unas gotas de lluvia marcadas en la arena, y diferenciarlas de las huellas de los escarabajos negros entre los médanos de un día soleado, porque como supo darse cuenta Viel Temperley, se pueden contar por la arena todas las gotas que llovieron.
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