Los caballos soportaron
el peso de la historia
hasta que fue creado
el motor de combustión interna.
Ahora, cada vez que nacen
titubean y se demoran ante la luz
creyendo haber irrumpido
en un mundo equivocado.
de Joaquín Gianuzzi, “Los caballos”
Lo que encuentro en este poema es una observación a la que le sigue una conclusión reflexiva -sustentada en los pliegos de la historia- que no pretende cerrar el poema, que incluso habilita la pregunta no formulada en esos 8 versos.
Como tantos poetas, Gianuzzi vivió del periodismo, y lo que a veces se advierte, en varios de sus poemas, es esa variable ejercida desde los periódicos que busca instalar el contrapunto a partir de ideas enfrentadas, para que sea el lector el que pueda tener elementos que le permitan discernir sobre lo leído.
Ya pasaron más de 30 años desde que el Diario
de Poesía ubicó en el centro de una discusión parte de la obra reunida de este
gran poeta, en donde los objetos del poema son apresados por un yo, cuya
conciencia los estructura, algo así expresó Fabián Casas cuando prologó una
antología en el centenario del nacimiento de Joaquín O. Gianuzzi, el poeta que
pidió que no lo dejen a solas con su balbuceo terrestre, el que escribió que la
poesía es un extraño asunto personal.
Texto consultado:
El regreso a Giannuzzi: un perfil de Fabián Casas, disponible en Eterna Cadencia https://eternacadencia.com.ar/blog/prologos
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