Voy entrando en un espiral, acaso la noche es esa luz blanca, como un chorro de agua, poblada de tibios sentidos.
los tallos líquidos de las botellas que se abren como árboles, busco un tamiz para poner un terrón de azúcar, evado el humo que gira denso, en los pliegos verdes del fondo lechoso, mientras algo cae sin peso.
un murmuro en el aire (carmín)
la penumbra que declina
algo perpleja.
no es esta la esfera que parecía pertenecerme
la de los nenúfares
como calas que declinan
en un atardecer sin abejas.
soy yo,
el otro,
que ahora bebe,
muy quieto,
silenciosamente callado.
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