Oleadas de esquemas sobrevuelan el movimiento inerme de las cosas, apenas puedo ir hacia los claustros cubiertos de lluvia –la lluvia rauda,
horadando el tiempo donde toda fe es profanada- para evitar un falso dilema en
el blando desfile, donde las ecuaciones intentan vanamente ilustrar lo
semántico y lo ígneo.
Allí cruzo las aguas de la desidia impar, aplico la severidad
de un entendimiento, en tanto mi vida se vadea en una barca con los remos
cruzados, creyendo saber las profundidades y las corrientes, mientras destellan
las aguas en el infinito clamor de los arroyos bajo el sol.
No puedo concebir la calma en este desasosiego, así las cosas, las promesas de siempre cuelgan como glicinas sobre una pérgola invisible.
Nada indica que deje de llover...
No puedo concebir la calma en este desasosiego, así las cosas, las promesas de siempre cuelgan como glicinas sobre una pérgola invisible.
Nada indica que deje de llover...
No hay comentarios:
Publicar un comentario