jueves, 25 de enero de 2024

Una canción de Robert Smith

Entro por el sesgo de un aullido metálico, vidrios rotos en la calle ancha, la canción cruza por los charcos sin reflejar su sombra, el golpeteo de una campana de cobre con escobillas negras, una aureola que todo lo barre, como si el humo blanco de una hoguera estuviera contenido en un tanque.

Atardeceres de conversaciones con cigarrillos y vasos de ginebra, ramas de árboles trepando, reptando.

El poster en la habitación, pegado con cinta.

Caminar pisando los cristales, desde esa quejumbrosa pulsión donde escondí mi adolescencia, asomado en medio de la niebla, los labios mal pintados.

sábado, 20 de enero de 2024

El bosque

Atardezco en el declive del atardecer, cruzado por una línea anaranjada muy luminosa, como si pasara el sol por la cerradura de una puerta celeste, la conjetura de una enramada cubierta por el silencio de una curvatura, el temor de atravesar el bosque mientras anochece, acaso por darme cuenta, en lo más profundo de mi atribulada existencia, que la niebla es más real en este páramo, que en mis textos urdidos bajo los tejados de la infancia.

 

jueves, 4 de enero de 2024

Verano

En estos días las nubes tienen formas extrañas, el aire parece brillar, hay palabras que se pierden en un estanque de agua quieta, otras apenas caben en toldos de lonas azules.

Yo mido el largo y el ancho de una pileta donde pasaré el verano nadando. Mido el largo y el ancho de la pileta para saber si voy a poder nadar.

El poema tiene entonces una correspondencia invisible, sale de una huerta sin tomates ni verduras, pero lleno de tallos y raíces, lejos del arroyo donde pasearé algo atribulado mi serena desazón.