sábado, 4 de junio de 2011

Cartas de Rimbaud

La vida es así y la soledad es mala cosa aquí abajo. Lamento no estar casado y tener una familia. Pero en el presente, estoy condenado a vagar, aferrado a una lejana empresa, y todos los días pierdo el gusto por el clima y aún por la lengua de Europa.  Ay ¿De qué me servirán estas idas y venidas, estas fatigas y aventuras entre razas extrañas, y estas lenguas que no pueden ocupar un lugar en la memoria, y estas penas sin nombre, si no podré, algún día, reposar en un sitio que me guste y hallar una familia, y tener al menos un hijo al que pueda educar el resto de mi vida de acuerdo a mis ideas, para honrarlo y armarlo con la educación más completa que pueda alcanzarse en esta época, y que pueda verlo convertirse en un ingeniero renombrado, un hombre poderoso y enriquecido por la ciencia?".

Me hablan de novedades políticas ¡Si supieran que indiferente estoy a todo eso! Desde hace años que no toco un diario. Hoy todos esos debates me resultan incomprensibles. Como los musulmanes, sé que lo que tenga que pasar, pasará, y eso es todo.

                                                           Harar, 6 de mayo de 1883

Esto lo escribió Arthur Rimbaud, una carta dirigida a su madre y a su hermana, vaya a saberse si dentro de algún hoyo de cal, mientras esperaba culminar su faena diaria, embalando café en condiciones miserables. Si Rimbaud hubiera podido cumplir su deseo de vivir de rentas y disfrutar lo que quedase una vida tranquila ¿Qué cosas no hubiera aportado, probablemente con una mirada aguda e irónica de su propia existencia, tal vez desaprendida del irreverente adolescente que fue, con respecto a la noción de rebeldía, su inevitable adscripción?

Creo que nos hubiera hecho cambiar de parecer, tal era su poder, o hubiéramos tenido una mirada más escéptica de nuestras orgullosas posturas juveniles, con respecto a las representaciones políticas y religiosas, las ideologías y las reflexiones que haríamos, desde el contexto de la cultura, o pertenecientes a ella, para diferenciarnos de lo que no es admisible ser teorizado o formar parte.

Es un hecho que en algún momento Rimbaud -el hombre de las suelas de viento según Verlaine- aspiró a vivir de la escritura mientras estuvo en África, procuró ser corresponsal del Temps pero fue rechazado, con lo cual no le quedó otra alternativa que seguir siendo mercader en tierras extrañas.

El vidente afirmaba en sus cartas que ya estaba demasiado acostumbrado a la vida errante y el aire gratuito, por lo que se puede intuir que su paso por la poesía fue simplemente una incursión entre tantas, que probablemente no le hubiera interesado revisar las alucinaciones del verbo y el horizonte de lo creado, analizado por el único vidente que supo darse cuenta lo que hay detrás de la frase “yo es otro".

Pienso en la tristeza de esta carta (y en la inutilidad de este escrito), la inevitable resignación a la que se embarcó siendo tan joven, nosotros que como lectores fuimos testigos de sus decisiones, de sus raptos reflexivos, de sus ásperas ensoñaciones. Que nos hubiera dicho desde ese no lugar donde transcurrieron sus años feroces. Que nos hubiera dicho después, en el polvoriento reposo de su vejez. Que hubiera pensado de los nuevos poetas que crecieron al amparo de sus fulgores, pateando las mesas de las tertulias incandescentes en su nombre, antorcha y estandarte de los nuevos ladrones de fuego, de los renovados videntes.

Hay que ser absolutamente modernos” ¡Cómo hubiera advertido los cambios y las formas de esta definición!, ilustrando nuevos modos de entender lo inaudito, aquello que ocurre mientras similares estructuras van poblando el espacio.

Creo que nos perdimos a un filósofo feroz, eso hubiera sido, alguien que de allí en más hubiera reflexionado sobre los alcances de su obra, haciendo nuevas lecturas, nuevos entrecruzamientos y encrucijadas, alguien quien, a decir de Deleuze, hubiera gritado con la filosofía.

Reitero, no tiene utilidad analizar algo que finalmente no ocurrió, porque los hechos nos han dejado testimonio que el genial poeta francés falleció en una cama de hospital, mientras escribía algo que era en sí mismo un delirio inconexo, soñando con partir en un barco ebrio hacia la nada.

Un lote: un solo diente

Un lote: dos dientes

Un lote: tres dientes

Un lote: cuatro dientes

Un lote: dos dientes

...envíeme el precio de los servicios que van de Aphinar a Suez. Estoy completamente paralizado: por lo tanto deseo hallarme cuanto antes a bordo. Dígame a qué hora debo ser transportado...

Un día después de dictar esta carta a su hermana Isabelle, destinada al director de las mensajerías marítimas, el 10 de noviembre de 1891, a las diez de la mañana, moría Rimbaud a los 37 años.

Tengo la idea que Rimbaud volvió al día en que su barco de papel estaba quieto en el estanque. Es una imagen del niño que ya estaba muerto, nada mas que eso.

Bibliografía consultada: El nómade: cartas de Jean Arthur Rimbaud en Abisinia / Jorge Monteleone. EN: Abyssinia: revista de poesía y poética / Eudeba, Universidad de Buenos Aires, noviembre de 1999. P.157-178

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