domingo, 15 de enero de 2012

Mar de ajó


Hace bastante tiempo que deseaba indagar sobre la historia de algunos balnearios del partido de la costa, conozco Mar de Ajó pero nunca me tomé el trabajo de recoger testimonios o buscar artículos sobre sus orígenes, salvo algunas lecturas sobre la historia de los naufragios que tejieron singulares leyendas de barcos anclados en la memoria y el olvido, lo demás era un desconocimiento bibliográfico que deseaba desentrañar. No hice mucho, salvo ir al museo y comprar un par de libros sobre la historia de Mar de Ajó, uno de ellos, titulado Raíces en la arena: 70 años de Mar de ajó, de la escritora marplatense Catalina Edith Treppo [Entre líneas ediciones, 2005], rescata testimonios y entrevistas realizadas a los primeros pobladores y familias de la zona, allí supe que algunos pioneros iban al puerto de Buenos Aires a esperar los barcos llegados de Europa, para ofrecerles trabajo a los inmigrantes, quienes llegaban a la playa Margarita (antiguo nombre de la actual Mar de ajó), enarbolando un sentido de pertenencia ante esa metáfora de la nada que era todo aquel universo. Hay algo en este paraje que puede cerciorar una evidencia: Mar de ajó se originó juntando ideas con necesidades. Esto lo ha sabido interpretar la autora a través de un libro que ofrece numerosos testimonios de familias, recuerdos indelebles y costumbres de época.

El otro libro que leí pertenece a Adriana Silvia Cristina Pisani, se titula Desierto de mar: historias de otros tiempos en las playas de Ajó [el autor, 2007] donde recoge testimonios orales de los primeros habitantes, los transportes de carga, los hoteles de la costa, la iglesia, el faro, los artistas locales y una interesante descripción de los barcos que naufragaron (se sabe que en Mar de ajó encallaron la mayor parte de los barcos hundidos en el partido de la costa, entre ellos el Margaretha en 1880, el Vencedor en 1936, el recordado Anna en 1891 -injustamente desmantelado en el año 1965- el buque argentino Triunfo en 1941 y el vapor alemán Karnak en 1878 entre los casos más conocidos). A esto se suman diversas lanchas y pesqueros que junto a sus tripulantes corrieron idéntica suerte, dando nacimiento a la leyenda y al mito.

Me pregunté cómo fue posible, a paso de carretas y sueños invencibles, construir una historia cuando todo lo que hubo siempre fue agua y arena y un largo camino hacia el infinito. Vi una foto del año 1953 en el exacto lugar donde ahora estaba parado, y lo que la imagen mostraba era un bosque y la entrada de un hotel, a metros del mar, inmaculadamente blanco y colonial, casi 60 años después, las casas se amontonan y nadie parece advertir la longevidad del hotel como tampoco el trazado de las calles y los árboles vencidos por el viento del este.

Cuántos testimonios inconclusos, cuanta soledad forjada a pala, arena y cemento, cuánta añoranza rodeada de lo inacabable, cuántas huellas hacia adentro y hacia delante. Decir que todo eso es Mar de Ajó es como decir que todas las conchillas de mar fueron recogidas y clasificadas, solo son historias de una sola historia, la que se hace con voluntades y utopías, con silencio y esperanzas. De algún modo aquel espíritu quedo tallado en aquellas casas de verano, recorrer sus calles a la hora de la siesta tiene un encanto particular, intentar llegar caminando al faro una aventura siempre pendiente. Será por los barcos hundidos o los jardines abandonados de las casas secretas, será por los viejos mercados que ofrecen fruta y bebidas, será por sus edificios blanquecinos o por su eterna escollera, que estar en estas orillas me retrotrae a lo más puro y verdadero, aquello que el paso de los años transformó en un mito, el lugar donde los sueños siempre se cumplen, habitando lo esencial y permanente.

Creo que hay poetas en Mar de Ajó, alguna vez en una librería de la peatonal me confiaron esa evidencia, imagino el mar de aquellos versos, bien o mal, nadie les podrá quitar propiedad sobre algo que los acompañó desde siempre.

Lo demás es viento que nunca se apaga, huellas que el mar se encargará de olvidar, y un crepúsculo que se parece a la infancia.

6 comentarios:

  1. Alejandro Kokkínis Countóuris2 de julio de 2012, 6:02

    Catalina Edith Treppo de Guevara no es marplatense. Es marajense, y fue directora de la Escuela Primaria durante muchos años. El primer libro que escribió se llama "Mar de Ajó, un poco de Historia" que se hizo por encargue de la Cooperativa del Hospital de Mar de Ajó.

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  2. Estimado

    El dato publicado fue consultado en el propio libro de la autora: Raíces en la arena: 70 años de Mar de ajó [Entre líneas ediciones, 2005], donde figura textualmente que la escritora nació en Mar del Plata.
    Es posible obtener el libro en el Museo y Archivo Histórico de Mar de Ajó:
    http://vamosalacosta.com/museo-archivo-historico-de-mar-de-ajo.php

    Saludos.

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    1. Es verdad. El otro día hablé con ella y me contó que es marplatense... Mirá vos, y yo que la hacía marajense hasta los huesos...
      Respecto a lo de la poesía, confirmo que sí, existe una poetisa nacida en Mar de Ajó, pero que se encuentra "retirada" del mundo como quien dice por un problema cerebral. Se la conoció como "Pamela Lanz" (su nombre es otro y me lo reservo para protegerla) y tiene una serie de versos que jamás fueron publicados, uno más hermoso que el otro. Si me enviás una dirección de mail, puedo transcribirte un par de esos poemas. Saludos.

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  3. Estimado
    Vaya una confesión de mi parte, el día que muera mis cenizas serán arrojadas en las aguas de Mar de Ajó, ahí vi el mar por primera vez, y allí estaré cuando el círculo lentamente se vaya cerrando.

    Con respecto a los poemas, será un placer recibirlos, en este blog tengo un correo para recibir mensajes, es el siguiente:
    aureoespantajo@gmail.com

    Muchas gracias por el gesto
    un abrazo.

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  4. Me emocioné tanto, soy de otro lado pero mar de ajo es mi lugar en el mundo, donde aprendí a caminar y donde la vida es bella. Captaste tal cual lo que es para nosotros ♡

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  5. me siento absolutamente identificado.... bella historia de vida, del mar, de mar de ajo, siempre en mi corazón.

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