No sé para donde arrojar mis verticales inquisiciones,
vuelvo para el oeste. Ayer anoté unos vértigos, recogí frases sueltas, fijé
distorsiones. El plano es una playa donde salgo a caminar dejando nombres en la
orilla, creyéndome poeta, hundido en algún pasado inmóvil, donde apenas soy
visible.
Últimamente las construcciones tienen un tono ocre en
sus márgenes, como un eclipse que atraviesa un campo de margaritas. Me preocupa
el centro de ese esquema, donde nacen las supuestas coordenadas prosaicas, la
idea de homogeneidad dentro de un laberinto urdido por el caos, ciertas
esquirlas que buscan encauzar la primer anomalía, cuando solo se trata de una
irrupción, algo que ocurre, acaso la admonición de una posibilidad estética.
Hoy
llovió todo el día, hubiese querido no hablar del tiempo, pero esa parte es la
que no puedo resolver, después de todo nadie sabe que soy el áureo espantajo.
Hay que recogerse y volver a brillar... un poquito.
ResponderEliminary mientras tanto seguir caminando...
ResponderEliminarMuchas gracias Emilie.
Saludos.