El estallido autobiográfico...
Detrás mio cae un caracol en un vergel, el
único sonido del atardecer.
Unas rosas chinas (rojas) se aplastan contra
el techo, el poeta que mira a través de los diamantes, y con esos signos
–barras inclinadas– representa la comedia de una mirada tridimensional.
¿caireles?
–rescato
al abominable Miller antes de reventar o la última ola escandinava de León Bloy–
(cuando la escritura se convierte en un
globo de cristal que el mero acto de escribir estalla en mil pedazos contra el
suelo).
–de allí lo fragmentario, como avispas
herrumbrosas en una tarde de verano– “amparado” en la idea que todo es poesía
cuando solo somos sombras escuchando murmullos en un pasillo.
(esa
costumbre de encerrarse en un cuarto con títeres, buscando secretos o junturas
mal hechas), la luz del sol que se filtra en las gotas de rocío de la única
ventana –la claridad de una sola casa– lo apacible que recubre la opacidad de
un escritor, el poema que finalmente estalla –porque he decidido recogerlo, una
a una, sus volutas de vidrio– la soledad que todo se traga.
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