del poema "Cabellos al viento"
Elder Silva
Hermosa,
como un campo de nomeolvides,
has pasado el mediodía para el almacén.
Anoche me decías que para ser feliz
hay que cruzar un puente.
Hay que ir más allá del Arapey Grande,
a la hora en que se van los pájaros
sin mirar nunca para atrás,
porque los huesos de los parientes
pueden pedirte que regreses.
Has pasado para el almacén
con el cabello suelto.
Levanté los ojos del libro de Macedonio
y he leído en tus sandalias mi futuro
y he caminado contigo
(a orillas de tu boca)
por un silencioso campo de nomeolvides.
En su libro "La frontera será como un ténue campo de manzanilla", publicado en la colorida Eloísa Cartonera, el poeta uruguayo Elder Silva pareciera escribir a esa hora de la tarde en que la vigilia del presente se filtra por entremedio de las cortinas junto a los tibios rayos del sol, en algún punto detiene en un manojo de versos la quietud de un instante donde en apariencia nada sucede, mientras la realidad es algo que apenas acompaña al poeta en su leve divagar.
Hermosa,
como un campo de nomeolvides,
has pasado el mediodía para el almacén.
Anoche me decías que para ser feliz
hay que cruzar un puente.
Hay que ir más allá del Arapey Grande,
a la hora en que se van los pájaros
sin mirar nunca para atrás,
porque los huesos de los parientes
pueden pedirte que regreses.
Has pasado para el almacén
con el cabello suelto.
Levanté los ojos del libro de Macedonio
y he leído en tus sandalias mi futuro
y he caminado contigo
(a orillas de tu boca)
por un silencioso campo de nomeolvides.
En su libro "La frontera será como un ténue campo de manzanilla", publicado en la colorida Eloísa Cartonera, el poeta uruguayo Elder Silva pareciera escribir a esa hora de la tarde en que la vigilia del presente se filtra por entremedio de las cortinas junto a los tibios rayos del sol, en algún punto detiene en un manojo de versos la quietud de un instante donde en apariencia nada sucede, mientras la realidad es algo que apenas acompaña al poeta en su leve divagar.
Un poeta que interrumpe la lectura mientras
saluda a un conductor, que contempla la ropa que alguien dejó para secarse en
el alambre del patio, leer a Elder Silva es como mirar a cierta distancia a
Benedetti escribiendo versos en una libreta, rodeado de las palomas de una
plaza.
Todo en el es contemplación, en sus manos siempre hay un libro de
poesía, y de tanto en tanto escribe frases como esta, pintando un atardecer:
"mientras pasaba un hombre muy viejo / en una bicicleta amarillenta"...
Un poeta de los pájaros, que escribe sobre lo que está por suceder, sin alterar a su alrededor la vida cotidiana, tiene el don de ser invisible, es esa clase de escritores que bien podrían tomar un café en un bar concurrido y dedicarse a leer un libro sin ser molestado, a lo sumo detendrá su lectura y dejará que la vida lo viva.
Uno de los mas bellos poemas de la lengua española contemporánea.
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