Una vez supe de un sistema de energía plagado de conectores, mientras los árboles se duplicaban en un estanque, tan quietos, tan perfectos.
yo quedé afuera del sistema, pero sentía que podía cruzar al otro lado, solo hubo ventanas llenas de sol aquella vez, y los pies pintados de violeta.
ahora es distinto, la contemplación es ajena a la clarividencia de una tarde apacible, las cosas parecen reflejarse en una infancia que se rompe, como si no estuviera en esta realidad, tan cíclica en sus debiéramos, tan incierta en estos días.
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