Yo podría trazar una línea sin saber de qué lado situar mi desdén ante el arbitrio, conjeturar la división de un prolegómeno poblado de hirsutas razones, explicar el después cuando nunca hubo un antes, para luego dirimir -entre ese paréntesis y esta serena hipérbole- el fundamento de una teoría.
Llevo años intentándolo, y fracaso puntualmente.
A veces,
alcanza con un puente amarillo cubierto de violetas, donde pretendo cruzar sin temor
lo que sigo sin entender, acaso quedarse en esa contemplación, y no ceder a la ilusión
de que puedo enarbolar todo eso con palabras, atadas con cintas de colores, sobre
un espino lleno de frutas.
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