domingo, 29 de septiembre de 2024

La prolongada línea


Una línea que se parece a un rumor sin niebla, que se prolonga hasta un fondo como un horizonte blanco, sin que se pueda advertir el techo de la bóveda celeste, el cometa que un niño dibujó en el jardín de su infancia.

Acaso sea cierto que, una vez perdida la inocencia, son pocas las cosas perfectas que se desprenden de un manojo de pinceles.

Pienso en el puente que vi hoy, partido a la mitad, porque alguien no quería que la gente cruce para el otro lado de esta isla.

Pienso en la cuerda tensada que alguien ató después, para que las personas puedan pasar al otro lado de esta isla.

Lo que está en el medio de ese puente, aún es un misterio sin resolver.

sábado, 21 de septiembre de 2024

El verso abandonado

Una niebla en el estero donde se juntan las sombras de los juncos, el verso abandonado, la conjetura luminosa del plano nunca habitado, el pasto recién cortado al costado de la autopista.

sábado, 14 de septiembre de 2024

Algo


un segundo sin su aire desprovisto de silencio, donde me arrodillo para ver el agua quieta, en un charco sin infancia

hay algo en ese discurrir de la vida apenas murmurada, como si el atardecer fuera una sincronía sin contexto, como si alguien estuviera hablándome, y yo...

puedo nombrar al pájaro que ahora no es visible en este jardín deshabitado, bajo un atardecer cubierto de niebla, acaso olvidado y sin memoria

ese tiempo que se escurre, y no es arena

ese propósito de la oruga, segundos antes de nacer.

viernes, 6 de septiembre de 2024

La enfermedad mental

Hay poetas que trabajan horas en largos versos.

Yo los escribo rápido para olvidarlos.

Llevado por la mala costumbre y la pena

a ver matices de loro en un colibrí que saltaba

de petunia en petunia, experiencia por otra parte

ciega a mi vida ficticia, grabé en una corteza:

la belleza es lejana y la estación está cerca.

Partamos, oh compañeros de viaje,

hacia el barullo de la gran ciudad.

                                                      Del poema “Confesión”

Alguna vez, en una terraza donde se juntan poetas, le pedí a Alejandro Rubio que me firmara su libro "La enfermedad mental", fue hace unos años, y es algo que conservo con renovado aprecio.

antes o después de eso, lo escuché hablar a unos metros de distancia con una chica, diciéndole lo bueno que sería acceder a un cargo en una editorial o centro de documentación, para poder vivir de la escritura, no tengo claro haber comprendido si esa realidad tenía que ver con esa condición de "maldito" con que a veces algunos críticos simplifican un puñado de ideas, donde el plano de los conceptos cruzan puentes hacia una digresión o una redundancia.

ahora desde una bicicleta veo un amanecer anaranjado, los edificios parecen estallar de luces pálidas, todo indica que será un hermoso día de primavera

pienso siempre en ese libro, y en ese poeta

el tiempo arrebata algo, y ya no está Alejandro Rubio para que lo explique.