Alguna vez hablé de esto (a solas en mi mundo
de poemas mutilados), entrever que un horizonte perplejo de luces y
encantadores dolores me dejaban inerte, en estado de trance, creyendo fijar el
instante mientras el mundo avanzaba en retumbo, bebiendo de mi copa, absorto,
sin poder sostener aquello que algunos llaman felicidad…
Y entonces escribía, sintiendo hasta un pétalo
debajo de la almohada, la mesa cubierta de otoñales hojas, una botella quieta
alumbrada por el sol.
Así es como sucedía…
Debería preguntar qué es lo que hay detrás de un mundo construido con murmullos, crepúsculos y concatenaciones labradas en estado de peligrosa melancolía, debería saber que no importa la respuesta.
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