De aroma mezcla de almizcle y de tabaco,
Producto de un oscuro Fausto de la sabana,
Bruja con costados de ébano, criatura de las negras mediasnoches”…
Así empezaba el poema “Sed non Satiata”, título tomado de un verso de Juvenal, con que Baudelaire coronaba sus horas más amargas. He aquí que la lectura se vería interrumpida si no supiéramos la historia del Fausto, libro que no leí, y sin embargo lo intuyo como un adjetivo estético que trasunta cierto paralelismo en el sendero del poema, otorgándole debida penumbra. Aún así disiento ¿aceptamos la ignorancia creyendo saber hacia dónde nos arrastra el poema? ¿Prosigue sin culpa el derrotero de nuestra incomprensión? ¿Qué entendimos de lo que nos quiso decir el autor?
A menudo he visto que la generalización
trivializa contenidos estéticos, aceptados sin escándalo por las inmensas
minorías, y solemos hacer gala de nuestro inacabado conocimiento, juntando en
grandes bolsas generaciones enteras de poetas malditos o géneros bastardeados
que unos pocos iluminados rescataron del olvido.
Según Galeano, el pintor Giuseppe Arcimboldo
recreaba de un modo inusitado la podredumbre intelectual de su época, algo así
como una burla y una ferocidad resultaban cada uno de sus cuadros, que solo
provocaban risotadas entre los cortesanos, quienes nunca intuyeron que detrás
de cada trazo había un espejo reflejando una perfecta ignorancia colectiva, la
de ellos mismos. A ese celebrado pintor, artista pagano, lo descubrirían
verdaderamente los surrealistas, según la óptica del escritor, sus hijos
tardíos.
Borges supo aclarar la diferencia cuando fue
profesor de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires, él decía que
era imposible enseñar tal literatura en el transcurso de un ciclo lectivo, que
a lo sumo podía contentarse con la obra de dos o tres escritores simbólicos, y
tomar de ellos una o dos novelas, algunos cuentos, la selección de unos pocos
poemas…
Muchas veces solemos escuchar que tal literatura representa tal significado, y sin embargo para ostentar el derecho a decir semejante frase, hay que haber pasado por el imposible desvarío de haber leído toda aquella obra publicada, aunque algunos creerán que las enciclopedias ayudan a enmendar el juicio escueto.
Tal vez hacia ese estigma nos estemos dejando
llevar, y no nos importe indagar lo que no sabemos, quien sabe…
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