“No he
hecho el mal, los días me serán ligeros, el arrepentimiento me será ahorrado”
Eliseo Subiela dijo alguna vez que filmaba
preguntas, es acertado concebir de este modo todo intento artístico que
consiste en desmenuzar un tránsito, allí donde la subjetividad de un vidente
trasunta lo arrancado de todo hecho estético, para tornar literatura el
trasfondo del alma humana.
Solo tengo interrogantes, desvaríos e
inevitables puntos suspensivos para intentar siquiera conjeturar lo inaudito de
este poeta, su poderosa videncia profética: “volveré con los miembros de hierro, la piel sombría, el ojo furioso: se
me juzgará, por mi máscara, de raza fuerte. Tendré oro: seré ocioso y brutal.
Las mujeres cuidan esos atroces inválidos a la vuelta de los países cálidos”…
Nunca podré alcanzar el atardecer en el cual
se posó, lejos en su infancia, la vez que contempló hasta el éxtasis un
barquito de papel en un estanque, aquel barco ebrio que deslumbraría a
Verlaine. Me detengo en este hecho, ya que algunos han proferido que en aquel
estanque se originó el vórtice de su infierno, el que lo llevó a lo hondo y a
lo oculto. Estoy hablando de un hecho circunstancial, y formulando un desvarío,
pero creo, mientras el delirio ganaba terreno y su voluntad lentamente
declinaba en un hospital de Marsella, que probablemente aquel barco en aquella
agua quieta lo haya visitado, y juntos emprendieron el último viaje, como el
titiritero con su oscuro títere, quien sabe.
Este poeta, a fines del siglo XIX, en algún rincón de Francia, ha visto lo que nosotros creímos ver. Aquel que profería aullidos seguirá partiendo en dos a la poesía, cada vez que alguien se tome el absurdo trabajo de analizar lo que hizo, de intentar vanamente comprenderlo, aquel que le ha sido lícito poseer la verdad en un alma y un cuerpo.
Sumamente interesante y profundo.
ResponderEliminarTe felicito por el blog. Lo agrego a favoritos.
Saludos,
Demasto,
http://demasto.blogspot.com
Devuelvo la gentileza Demasto
ResponderEliminary que siga habiendo espacios para la poesía
Saludos del espantajo