William Wodsworth decía que el origen del
poema se debía a una agitación del alma mientras evocaba recuerdos intensos…
Una agitación del alma… allí tal vez podamos
ver una punta del ovillo, podríamos modificar el verbo y probablemente nos
acerquemos a una penumbra de lo que pretendemos conjeturar. El alma agitada o
tal vez espantada, aterrada porque acaba de ver…
“hacerse
vidente” decía Rimbaud.
Ver lo que otros creen ver, tocar el alma, ya
perfecta, porque hemos llegado donde nadie, luego de habernos conocido en
profundidad, luego de haber profanado la cueva.
Ver, alcanzar, crear, no-comprender, aquietar,
hundir, elevar, desgarrar el lienzo de nuestra propia clarividencia…
William Blake nos decía que los sentidos nos
engañan, las “puertas de la percepción”,
de Aldous Huxley, abrían esclusas hacia el ancho océano subjetivo, de las que
Jim Morrison nadó hasta perderse, deliberadamente traslado este concepto hacia
la creación poética en estado de trance, todo es permitido, aunque sea
imposible de abarcar.
Lo que intento decir ya se aleja, rauda y efímera y salvajemente, hacia un rincón callado del pensamiento, fragmentos que en vano aún creo corregir.
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