sábado, 27 de noviembre de 2010

Sobre las desavenencias del pensamiento crítico


Es preciso destruir el propósito de todos los puentes,

Vestir de alineación los paisajes de todas las tierras,

Enderezar a la fuerza la curva de los horizontes,

Y gemir por tener que vivir, con un ruido brusco de sierras…

 

¡Hay tan poca gente que ame los paisajes que no existen!...

Saber que continuará el mismo mundo mañana

¡Cómo nos desalegra!...

Que mi oír tu silencio no sean nubes que entristezcan

Tu sonrisa, ángel exiliado, y tu tedio, aureola negra…

                                                         Del poema “Hora absurda”, Fernando Pessoa

Estas cosas que pasan, como en un tránsito, suelen ser “vistas” por ciertos escritores. Mientras hay quienes simplemente sobrevuelan un devenir, hay también aquellos que apresan un vértigo, y lo fijan, dejando al resto de los mortales la compleja tarea de interpretar lo que ha ocurrido, en un contexto que irá más allá de su comprensión.

Hacia estos desolados páramos solemos trasladar nuestras desavenencias.

Acerco una digresión. Hoy por hoy, los espacios virtuales vinculados con literatura, en su mayoría, son mudos testigos de las disyuntivas que algunos lectores entretejen en los foros de opinión de esas mismas plataformas. Y está visto que quienes digitan la construcción de sentido desde espacios masivos, solo les interesa controlar algunas cosas, entre ellas que buena parte de la sociedad no habilite precisamente, espacios de pensamiento crítico. Por el contrario, buscan generar ejércitos obedientes de personas inteligentes que sepan hacer su trabajo, y luego que se distraigan, ahí entra la televisión y los medios de comunicación controlados por el sistema, y el “sistema” es algo que aprendimos a tolerar, por temor a los cambios, a la participación directa, a la comodidad que pareciera otorgar un control remoto.

Somos parte de estas desarticulaciones que simulan una única articulación. Estamos protegidos porque estamos dentro de un inmenso arenero, resulta ingenuo que alguien pueda decir “yo elijo” “yo decido”. Que ingresen a un supermercado y elijan entonces, decidan que lata de tomates llevar, en cuántas cuotas pagar…

Ese centro está digitado, el consumo lo está, somos personas libres haciendo elecciones en un inmenso lugar enrejado.

Pero entonces busco los blogs de literatura, entre ellos los de poesía, y no encuentro ese paralelismo propio de la creación poética (la literatura sobre literatura), esa posibilidad de poder “ver” lo que otros creen ver. En este punto creo que hace falta darse cuenta, y darnos cuenta, que las construcciones literarias que puedan generarse habiliten a su vez, espacios reflexivos hacia otras latitudes, de las que no somos ajenos: discernir desde la literatura las problemáticas que social, cultural y políticamente nos rodean.

Imbricar nuestro propio pulso, cuando las cosas van camino a renovadas encrucijadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario