jueves, 18 de agosto de 2011

Sobre el trazo de nuevas curvaturas en la Poesía Argentina

Como planteó alguna vez Deleuze, “un pensador puede modificar decisivamente lo que significa pensar, trazar una imagen nueva del pensamiento, instaurar un plano de inmanencia nuevo, pero, en vez de crear conceptos nuevos que lo ocupen, lo puebla con otras instancias, con otras entidades, poéticas, novelescas, o incluso pictóricas o musicales”.

El asunto es trasladar al escenario de la poesía a quienes hayan instaurado, al modo de Spinoza según Deleuze, un nuevo plano desde el cual trazar evidencias con poetas posteriores. Probablemente Ricardo Zelarayán haya marcado un rumbo del cual bebieron parte de los llamados “poetas de los 90’”. Tal vez con Héctor Viel Temperley se abra otra curva que, para algunos críticos, pueda bifurcarse estéticamente con parte de la obra de Néstor Perlongher. Imposible no mencionar a Joaquín Gianuzzi en ese derrotero, cuya luz iluminó buena parte del camino que reconocidos poetas tomaron como una apacible encrucijada.
Mismo Juan L. Ortiz señaló un rumbo, que para algunos escritores ha estado ligado al simbolismo fundacional en nuestro país, y que aún hoy reclama una revisión y un profundo estudio. También es posible percibir nuevas curvaturas en los registros de poetas como Rodolfo Alonso o Juan Gelman.

El tema ya había sido debatido fragmentariamente bajo la idea de continuidad o ruptura en la Poesía Argentina. Al contemplar la meseta actual del escenario literario, tal vez podamos agregar alguna suposición, de cara al futuro, con la poesía de Pedro Mairal, Fabián Casas o Martín Gambarotta. Hay decenas de poetas que pueden entrar en este supuesto escenario, del cual jóvenes escritores decidan trazar un nuevo plano (pienso por ejemplo en Alejandro Crotto), o poblar de diferentes componentes lo ya instaurado. Se verá.

Hoy por hoy suele percibirse, en muchos blogs de poesía, la idea de “evasión” del pensamiento filosófico, quienes escriben suelen opinar sobre temas adyacentes y a la vez esquivos de la literatura, se reflexiona poco sobre el hecho del acto creativo, persisten escrituras “de laboratorio” cuyo desafío será incluir ese tipo de registro en los circuitos de publicación impresa, “adaptando” los contenidos publicados en las bitácoras al formato libro.

Tal vez se trate de trazar planos en el caos, si es que es allí donde habita la certidumbre de que un libro, una obra o un puñado de versos marcaron un detrás y un debajo en la historia de la poesía, cuando "historia" es una palabra un tanto abrumadora, y apenas podemos avizorar los nuevos derroteros y las eventuales adscripciones.

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