viernes, 13 de abril de 2012

Poesía, la película


¿como es allí?
¿cómo de solitario?
¿brilla rojo el atardecer?
¿cómo cantan los pájaros en el bosque?
¿puede llegarte la carta que no me atreví a enviarte?
¿puedo hacerte llegar la confesión que no me atrevía a hacer?
¿pasará el tiempo y se marchitarán las rosas?
¿es tiempo ahora de decir adiós?
como el viento que perdura y después se va
como las sombras
por las promesas que no llegaron
por el amor sellado hasta el final
por la hierba que besa mis tobillos cansados
y por los pasos menudos que me siguen
es hora de decir adiós
ahora, cuando cae la oscuridad
¿se encenderá de nuevo una vela?
aquí rezo
nadie debería llorar
y para que sepas
que profundamente te amé
la larga espera en medio de un cálido día de verano
una vieja senda parecida al rostro de mi padre
incluso la solitaria flor salvaje apartando la vista con timidez
qué profundamente te amé
como se agitaba mi corazón al escuchar tu vaga canción
te bendigo
antes de cruzar el río negro
con el último aliento de mi alma
estoy empezando a soñar
una brillante mañana soleada
me despierto de nuevo cegada por la luz
y te encuentro
apoyándome.


Canción de Agnes, de la película Poesía

Hubo al principio un feliz ejemplo. En un taller literario el docente muestra una manzana, luego de preguntar cuántas veces vieron una manzana en sus vidas, la respuesta llegó del propio maestro: nunca
Frecuentemente, a lo largo de sus vidas, las personas miran diferentes manzanas, pero nunca la ven, y el empleo de ese verbo, es tal vez el primer rasgo de quien se pretende poeta:

Ver...

Y no se trata solo de la secreta admiración por la manzana, se trata también de profanarla, con todos los sentidos, como si fuera por última o única vez “senté a la belleza en mis rodillas, y la encontré amarga, y la injurié” escribió Rimbaud.
Es probable que después de todo eso, anotando en los márgenes de una hoja blanca, pueda surgir, de algún modo, un poema. También es probable que no, que la mera contemplación se limitara a discurrir por los laberintos filosóficos de una significación del porqué, y que no haya poema, que no haya más que incomprensión e impotencia de representar con palabras un objeto desconocido.

Hay una escena simpática. La anciana cree que puede escribir poesía porque “le gustan las flores y las palabras raras”. Es interesante el acercamiento hacia lo que se desconoce, y en algún sentido, se teme. Parece válida la asociación hacia lo desconocido, que tiene en personas asombradas un profundo sentido, casi tan respetado como ignorado, hay estupor en las caras de quienes escuchan la palabra poesía en sus vidas cotidianas, hay un silencio en las miradas, y una extrañeza. Contra todo eso avanza la anciana hacia algo que parece comprender, a pesar de su angustia por no poder crear unos simples versos.

Al final, la anciana termina su poema, paralelamente todo lo redime, todo se transforma en poesía.

Feliz película de un mundo que siempre será lejano.

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