En el libro "El cielo protector" de Paul Bowles, aparece
en el epígrafe un texto de Kafka que me detuvo:
“A partir de determinado punto, no hay retroceso posible. A ese
punto hay que llegar”
En todo proceso de escritura, llega un punto
de inflexión en el que no es posible razonar lo que se está construyendo. La
prosa se torna arborescente, la "trama" se intensifica bordeando las
márgenes imprevistas de los recovecos semánticos, hay allí un nudo que nunca termina
de desatarse, un embrollo con sus dificultades ontológicas sin resolver, pero
que es preciso continuar, ver hasta donde llegan sus discordancias.
Me encuentro trabajando en un tono desde
hace tiempo, hay una idea de vacilación que cada tanto me detiene, luego avanzo
por fragmentos, intentando sacralizar lo ya desacralizado, recogiendo parte de
un romanticismo que anhelo recuperar, acaso una exaltación a través del poema.