Quedaba poco tiempo, apenas pude evocar el murmuro de una línea pétrea, atravesada en un plano donde cruzaban los poemas.
Ellos pasaban raudos -los poemas- tensados por hombres-puente, surcando distancias irrepetibles.
Así soporto la literatura de tanto en tanto,
con este viento,
con estas heridas cubiertas de sal.
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