lunes, 29 de noviembre de 2010
Los poemas no nacidos
sábado, 27 de noviembre de 2010
Sobre las desavenencias del pensamiento crítico
Es preciso destruir el propósito de todos
los puentes,
Vestir de alineación los paisajes de todas
las tierras,
Enderezar a la fuerza la curva de los
horizontes,
Y gemir por tener que vivir, con un ruido
brusco de sierras…
¡Hay tan poca gente que ame los paisajes
que no existen!...
Saber que continuará el mismo mundo mañana
¡Cómo nos desalegra!...
Que mi oír tu silencio no sean nubes que
entristezcan
Tu sonrisa, ángel exiliado, y tu tedio,
aureola negra…
Del poema “Hora absurda”, Fernando Pessoa
Estas cosas que pasan, como en un tránsito, suelen ser “vistas” por ciertos escritores. Mientras hay quienes simplemente sobrevuelan un devenir, hay también aquellos que apresan un vértigo, y lo fijan, dejando al resto de los mortales la compleja tarea de interpretar lo que ha ocurrido, en un contexto que irá más allá de su comprensión.
Hacia estos desolados páramos solemos trasladar nuestras desavenencias.
Acerco una digresión. Hoy por hoy, los espacios virtuales vinculados con literatura, en su mayoría, son mudos testigos de las disyuntivas que algunos lectores entretejen en los foros de opinión de esas mismas plataformas. Y está visto que quienes digitan la construcción de sentido desde espacios masivos, solo les interesa controlar algunas cosas, entre ellas que buena parte de la sociedad no habilite precisamente, espacios de pensamiento crítico. Por el contrario, buscan generar ejércitos obedientes de personas inteligentes que sepan hacer su trabajo, y luego que se distraigan, ahí entra la televisión y los medios de comunicación controlados por el sistema, y el “sistema” es algo que aprendimos a tolerar, por temor a los cambios, a la participación directa, a la comodidad que pareciera otorgar un control remoto.
Somos parte de estas desarticulaciones que simulan una única articulación. Estamos protegidos porque estamos dentro de un inmenso arenero, resulta ingenuo que alguien pueda decir “yo elijo” “yo decido”. Que ingresen a un supermercado y elijan entonces, decidan que lata de tomates llevar, en cuántas cuotas pagar…
Ese centro está digitado, el consumo lo está,
somos personas libres haciendo elecciones en un inmenso lugar enrejado.
Pero entonces busco los blogs de literatura, entre ellos los de poesía, y no encuentro ese paralelismo propio de la creación poética (la literatura sobre literatura), esa posibilidad de poder “ver” lo que otros creen ver. En este punto creo que hace falta darse cuenta, y darnos cuenta, que las construcciones literarias que puedan generarse habiliten a su vez, espacios reflexivos hacia otras latitudes, de las que no somos ajenos: discernir desde la literatura las problemáticas que social, cultural y políticamente nos rodean.
Imbricar nuestro propio pulso, cuando las cosas van camino a renovadas encrucijadas.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Dispersión
lunes, 8 de noviembre de 2010
El cuerpo del poema
“Yo era la fuente de la discordancia, la
dueña de la disonancia, la niña del áspero contrapunto. Yo me abría y me
cerraba en un ritmo animal muy puro…”
Alejandra Pizarnik
Pocas poetisas han hurgado tan profundo en el devenir del poema, buscando tal vez con horror un espacio incólume entre los versos, que permitiera el consuelo de una significación, abrevándose en los pantanos de las continuas desavenencias, mientras las lilas son arrancadas de los horizontes, allí donde la soledad debería tener alas.
Es el cuerpo del poema lo que Alejandra
recorrió, extasiada y consciente de lo imposible, extraviándose en aquellos
jardines.
Es probable que haya visto lo que estaba
debajo, y supo -lo tuvo que saber- que de allí no se vuelve:
Me atengo al poema. El poema me lleva a los confines, lejos de las casas de los vivos ¿y por dónde andaré cuando me vaya y no vuelva?
No muchos escritores comulgan con la idea de
extravío en el poema, perdiendo los sentidos por intentar representar (aclárese
que no hablo de apresar) un vértigo fijado en el inconsciente, que fluctúa o tal
vez que trasunta, entre las desarticulaciones cotidianas y la tensión por
querer significar lo que se desteje.
Alejandra ha ido más allá de lo tolerable, pagando un precio muy alto por acercarnos teorías sobre aquello que había ocurrido, que hubo de sobrevolar mientras cruzaba hacia otros planos, intentando escrituras automáticas que calmaran la herida fundamental, la que siempre intuyó y conocía.
El tiempo destejió una hilatura que la poeta ovilló desde los confines. Muchos hilvanaron conjeturas con esos mendrugos, se adentraron como lobos en desiertos desconocidos, y sin temerle al mito se perdieron entre sus flores muertas, y volvieron a empezar.
Lo cierto es que ya había un hilo, y Pizarnik
lo conocía. Lo había tensado con su propio desasosiego.
Pero mejor que estas lucubraciones es encontrarla en algunos versos, como estos que siguen, ahora que la noche parece acurrucarse en su apacible desdén.
Y nadie me comprende. Yo sé que la vida, que el amor, deben cambiar. Esto que dice mi máscara sobre el animal que soy, alude penosamente a una alianza entre las palabras y las sombras. De donde se deriva un estado de terror que niega el orden de los humanos…
Alejandra, siempre Alejandra…
sábado, 6 de noviembre de 2010
Aquello de traducir poemas...
En ocasión de elevar una defensa de la poesía,
Rodolfo Alonso planteó esta interesante revelación:
Cuanto más fácilmente traducible a otra lengua distinta resulta el poema ¿no estará demostrando palmariamente con ello una mayor carencia en relación con su propia lengua?
Téngase por concepto el pensamiento de Dante Alighieri
cuando expresa que la poesía es la gloria del lenguaje, tal idea supone concebir
que es en el poema donde se complejiza el artificio de la palabra, la máxima
expresión de lo que se pretende expresar, tanto hacia adentro como debajo. No
solo el delicado entramado sino también la sombra detrás de lo que se articula,
lo gutural de lo emitido, la representación conceptual de los pensamientos
verbalizados o escritos.
El poeta de la Comedia lo supo, Rodolfo Alonso lo traslada al controvertido tema de las traducciones literarias, en especial la poesía, tarea abrumadora e inconcebible si las hay.