Manchas.
Bloques y rayas que serpentean su mohosa apariencia.
Una caja dentro de una caja donde se oculta el
"yo".
Una palabra que está por decir (lo escribió
Gelman en su Dibaxu)
el devenir que asalta mi espacio, dictando lo
inefable, lo que ha de ocurrir.
Por cierto, una agradable noche.
Estos trozos de bosquejos apenas atardecen, imposible sostener el día de los papeles y las urgencias, los caminos cada vez más lentos, los imprevistos cada vez más insulsos.
¡Denme libros! aullaba Dostoievski en su celda fría.
No quiero otra cosa que ese anhelo.
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