sábado, 9 de abril de 2011

Epitafio

En los cementerios es posible encontrar frases en algunas de sus tumbas, algunas insólitas, otras muy sentidas y poéticas. Tienen la virtud de condensar toda una existencia en un puñado de versos. Las hay célebres, como la del poeta John Keats: “Aquí yace alguien cuyo nombre fue escrito en el agua”, extrañas como la de Baudelaire “Aquí yace quien por haber amado en exceso a las busconas, descendió joven todavía al reino de los topos”, irónicas como las de Unamuno “Solo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo" o cómicas como la de Moliere “Aquí yace Moliere el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto, y de verdad que lo hace bien."

Acaso la de Borges sea una de las más complejas y recordadas, en su lápida suiza figura escrito en inglés antiguo "And ne forhtedon na" que significa "Y que no temieran", arriba figura un grabado circular con siete guerreros que han arrojado sus escudos, y con la espada rota se dirigen al combate -y por ende a la muerte-, luego una pequeña cruz de Gales y la cifra "1899/1986" (cuánto de su abuelo fallecido en combate hay en esta inscripción, tal vez recreado de alguna manera en el cuento “El sur”, donde expone una valentía que el escritor añoró para sí, acaso melancólicamente). Al dorso de la lápida reitera dos versos de la Völsunga Saga (XIII), "El tomó su espada, Gram, y colocó el metal desnudo entre los dos", bajo la frase el dibujo de una nave vikinga y luego la cita "De Ulrica a Javier Otárola”.

Párrafo final para quien hizo del género un aporte significativo. Se trata de Edgar Lee Masters, poeta estadounidense, quien publicó en 1915, bajo el título de Antología de Spoon River, una serie de epitafios con las tumbas de un pueblito desconocido.

Quiso el destino que Lee Masters, después de su muerte (5 de marzo de 1950) eligiera como última morada el cementerio de uno de los pequeños pueblos de Illinois, que tanto habían inspirado su poesía. En la loza de su tumba está grabado, a manera de epitafio, un poema suyo “mañana es mi cumpleaños”:

Buenos amigos: vamos al campo
y luego de una caminata
—con el perdón de ustedes—
pienso hacer una siesta. No hay nada más dulce
ni predestinación más bendita que dormir.
Soy un sueño salido de un amable sueño.
Caminemos y oigamos el canto de la alondra.

Pienso en la delicadeza que implica resumir una vida con unos versos, lo que deja la palabra, una vez arrojada a las aguas quietas de la inmortalidad, cuando todo lo que encierran es tiempo y memoria.

2 comentarios:

  1. Excelente blog. Desasnado (por Edgar Lee Masters, por ejemplo) y conmovido ante tanta maravilla que contiene, te agradezco.

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  2. Agradecido estimado, fue un placer escribir sobre aquel tema.
    Que siga bien, saludos.

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