domingo, 23 de octubre de 2011

Los poetas que no publican


Hay poetas que desde un principio se apartaron de los circuitos de publicación, prefiriendo un silencio que habitaron con palabras tardías, cercano al poema que hurgaron transitar. Muchos han dejado una obra inédita, escritores contemporáneos que escribieron el cuerpo de un par de libros de poesía y sin embargo, por diversos motivos que tal vez los excedieron, eligieron la ausencia y la distancia.
Hay quienes se dispersaron fatalmente luego de encontrarse con un libro revelador, que les hizo dudar acerca del aporte que podían hacer para la literatura, y siguen en algún abrevadero intentando resolver ese misterio.
Hay quienes hicieron de sus fulgurantes relatos oscuras pinturas autobiográficas, como hizo Pollock con sus cuadros, atesoraron esas evidencias y siguieron su rumbo fuera de la poesía impresa. Pareciera que nunca fuera posible la versión definitiva, y a la manera de un Ungaretti, destinan su tiempo a realizar variaciones de un único poema, absortos y callados en una obra que siempre prometieron a sus semejantes y sin embargo nunca cumplieron.
Hay quienes aportaron fragmentos de su yo más profundo, compartieron alguna feria y continuaron su vuelta a casa (yo recuerdo una en el barrio de la Boca, había que “colgar” los poemas con broches, en una cuerda tensada entre dos árboles, los “lectores” pasaban y si les gustaba el poema lo sacaban y se lo llevaban), pero siempre prevalecía la idea (o se imponía por el contexto y las circunstancias) de experimentar acercamientos a la poesía lejos del ámbito editorial, realizando construcciones marginales para percibir tal vez si lo escrito seguía teniendo algún sentido, algún impacto, o simplemente irrumpía la idea de compartir entre poetas la lectura y crítica de poemas, algo que de algún modo últimamente se fue perdiendo.
Alguna vez estuve en el mar escribiendo poemas, tuve un libro que publiqué prácticamente sin correcciones. Aislado de todo desenvolvimiento social, las escrituras concebidas -similares en su concepción a los “poemas ocultos” de Jim Morrison- significaron una suerte de viaje estático hacia una nada frondosa que apenas comprendía.
Al poeta rionegrino Alberto Fritz le pasó algo similar, escribió el esbozo de un libro en tres días, y después de un tiempo lo publicó casi sin correcciones, experimentando lo musical y lo espontáneo. El proceso de creación le permitió acercarse a un aprendizaje que en cierto modo debería reflejar la poesía: nunca la voz por encima del poema.
Esas cosas suelen ser reveladoras.

1 comentario: